Parece que a doña Cayetana Álvarez de Toledo le gusta hacer las cosas a lo grande. Al menos en política. La diputada popular presentó el pasado 6 de noviembre un total de 5.195 preguntas al Gobierno. Esta alumna aventajada, que no avejentada, del columnismo periodístico español pedrojotesco se ha llegado a preocupar por cuestiones de esas que no dejan pegar ojo a los españoles, como por ejemplo, el “Impacto ambiental que podría tener la realización de estudios geomorfológicos frente a la Albufera de Valencia y la zona de las islas Columbretes solicitado por la empresa Cairn Energy”. A mí, lo reconozco, ese posible impacto me tiene en vilo desde hace semanas.
Cayetana era la mujer de confianza de Ángel Acebes –confianza política, el resto de confianzas ni me van ni me vienen y no seré yo quien eleve 5.195 preguntas al respecto-. Pero se desconoce –al menos yo no tengo ni papa- si era también la responsable de los discursos con los que el abulense se trastabillaba tan a menudo. Aquellos parlamentos que eran pronunciados a duras penas, como si el protagonista del exitoso filme surrealista "El hombre que buscaba la furgoneta", estuviera siendo sometido a serpentescos trabalenguas puñeteros. Pero dejemos a Acebes, que es ahora un hombre de Derecho, del que dudo mucho que llegar a dar una a derechas ni a la Derecha.
A Cayetana le gustan las frivolidades. Al menos en política. Porque sus 5.195 pataletas son algo más triste que una anécdota ocurrente; son una descomunal ligereza, una chiquillada narcisista impropia de una diputada. La política no debería consistir en esto. Pero ¿qué se puede esperar teniendo el padrino que tiene Cayetana?¿Qué cabe aguardar de una compañera de partido de Carlos Fabra, Esperanza Aguirre y Manuel Fraga?
Marianín y sus Brutos deberían saber a estas alturas que a un partido se le puede ayudar más desde un panfleto o desde un periódico que desde un escaño. Cada vez resulta más difusa la línea que separa el periodismo del servilismo político. Las querencias políticas de los informadores o de los opinantes suelen venir acompañadas de frutos nada amargos.
Cayetana se las gasta así. Aristóteles se confundió de sexo cuando dijo aquello de “El hombre es un animal político”. Es una pena que no haya conocido por la cosa esa del anacronismo a Bibiana y a Cayetana. El de Estagira quizá hubiera dejado dicho que la mujer también es un animal político. Al menos Cayetana, que se ha aprendido de memoria las 5.195 preguntas.
Comentarios
Escrito por: Izaam.2008/11/13 16:07:19.820000 GMT+1
Escrito por: Jean.2008/11/13 16:40:5.311000 GMT+1
Escrito por: Izaam.2008/11/16 17:00:11.579000 GMT+1