El diseñador Adolfo Domínguez quiere poner de moda el despido libre. El modisto que va de listo juega a los cromos de la economía, como si la reforma laboral fuera cosa de unos pespuntes aquí y allá, cosa de remiendos y parches. El modisto que va de listo se mete en camisa de once varas, descose, destripa y hace jirones. Domínguez dice: “Los empresarios necesitan libertad para reorganizar sus empresas y que no les cueste una barbaridad prescindir de un individuo que ya no es bueno”. ¿Más libertad necesita Domínguez, más? ¿Le parece poca la que le brinda una legislación permisiva, indolente y que mira a otro lado, permitiendo realizar sangrías a los trabajadores?
“No creo en un sistema que permite que alguien se coja un año por depresión, la mayoría de las veces fraudulenta, se reincorpore y tenga 30 días de vacaciones (…) Este sistema genera un montón de pícaros", dice el diseñador gallego.
¿Y qué ofrece, qué propone Domínguez?
Echemos un vistazo al portal de empleo Infojobs y encontraremos algunas de las propuestas del modisto que va de listo:
Adolfo Domínguez busca gente dinámica, resolutiva y con ganas de formarse en diferentes áreas de nuestra empresa.
Si estás en el último año de la carrera y tienes interés en formar parte de nuestra empresa para, durante unos meses, aprender de la mano del mejor equipo de profesionales, esta puede ser tu oportunidad.
Tenemos especial interés en carreras como Publicidad y Relaciones Públicas, Periodismo, Comunicación Audiovisual...
Imprescindible poder realizar convenio de colaboración entre centro de estudios y empresa.
Imprescindible residir durante la formación en Orense o alrededores.
Prácticas sin remunerar
¿Quién es el pícaro, señor Domínguez? “Prácticas sin remunerar”, o sea, sin soltar la guita, sin que esos jóvenes coticen, sin que vean un céntimo. Ajustado a ley, claro, faltaría más, Felipe González mediante, que fue quien impulsó esa basura legal. Porque, a fin de cuentas, el becario es el tolai al que se le exige llevar una camiseta con el lema “Jodido, pero contento”, el becario es la gran excusa nacional, el trabajador al que no se le suele tratar como trabajador, el trasto ese de usar y tirar, el nuevo esclavo del siglo XXI, el último eslabón de la cadena. ¿Y a cambio de qué, de un supuesto aprendizaje, de una teórica formación? ¿De veras alguien se va a ocupar de formar a esos jóvenes? Claro, y los niños vienen de París. La realidad dice otra cosa: esos jóvenes serán becarios de quita y pon, curritos prêt-à-porter, pringaos fashion total sin derechos, quizá con oficio, pero sin beneficio, porque el beneficio se queda íntegro para el empresario pícaro. El becario desfilará por la pasarela del “si te he visto no me acuerdo”, sonreirá a cámara, posará hasta la finalización de su relación no remunerada.
Por cierto, el modisto que va de listo también busca un abogado especialista en laboral y “con capacidad resolutiva”.
¿Qué estará tramando el modisto que va de listo? Igual es que va a tomar medidas. Al fin y al cabo eso es lo suyo.
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