Josemari Ortiz, pintor

Cada cual tiene que saber para qué vale. O, por lo menos, para qué no. A veces hay gente que me pregunta: “Y tú, ¿por qué no escribes una novela?”. A lo que invariablemente contesto: “Porque no sé”. Mi imaginación guarda un sorprendente parecido con la de los crustáceos. Yo soy, como mucho, un artesano de la palabra; no, desde luego, un artista.

A cambio, mi hermano Josemari sí es un artista. Pinta, y lo hace muy bien. Pero él también guarda un cierto parecido con los crustáceos –se ve que es un rasgo familiar–: tiene su misma capacidad propagandística. Se diría que el éxito le importa una higa. Al menos actúa como si así fuera. Pues bien: ya que él no hace casi nada en ese terreno, lo haré yo. Sin consultarle, he decidido hacerle publicidad. He incluido, a modo de muestra, los cuadros suyos que tengo yo. Espero que entendáis que no son más que fotografías caseras de cuadros que cuelgan de la pared, hechas sin la debida iluminación y, en tres de los casos,

con un cristal de por medio. Se pierden un montón de matices, texturas... Pero dan una idea.

Si a alguien le interesa ver más, o tomar contacto con él con fines comerciales o académicos, no tiene más que escribirme y decírmelo.

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