Zapatero no es Zapatero. Zapatero ni siquiera es Zapatero y su circunstancia. Zapatero es su circunstancia.
Logró la Secretaría General del PSOE por la misma vía que Juan Pablo I llegó a Papa. Como los cardenales no se ponían de acuerdo en qué jefe necesitaban, decidieron ganar tiempo nombrando a uno que no estorbara. Luego se les complicó la cosa. Lo de Zapatero fue de ese estilo. Recuérdense los análisis de los ferrazólogos: al «pobre Zapatero» le correspondía llevarse la galleta frente al PP en las elecciones de 2004, para que el partido fuera forjando un líder capaz de derrotar a los populares en 2008. Pero las circunstancias variaron decisivamente en marzo de 2004, y con ellas la circunstancia de Zapatero. No se hizo presidente; fue hecho presidente.
Una vez en la Presidencia, intuyendo el valor decisivo de su circunstancia, no ha querido hacer nada que pudiera malograrla.
Sabía que estaba obligado a retirar las tropas de Irak, porque salir de Irak era cuarto y mitad de su circunstancia. Sabía que debía anunciar la puesta en marcha de cuatro o cinco medidas sociales, porque adoptar un cierto look social también era consustancial a su circunstancia. Pero ¿y el resto? ¿Qué diablos hacer con el resto? ¿Y si mete la nariz en tal o cual parcela del resto y altera con ello su feliz circunstancia?
Por ejemplo, la televisión pública. Seguro que le vienen sudores fríos pensando qué sucederá cuando el Comité de Sabios se harte de reunirse y emita un dictamen. ¡Horror! ¿Y lo de la ley del aborto? ¿Cuánto tiempo podrá aguantar diciendo que no lo tiene entre sus prioridades, aunque figure en su programa electoral? ¿Y la reforma de la Constitución? ¿Durante cuánto podrá evitar que los Maragall que le apoyan con muchas reservas choquen con los Rodríguez Ibarra que le apoyan también con muchas reservas, pero de signo contrario?
Y Afganistán. Y la Constitución Europea. Y el pacto antiterrorista, que no quiere modificar porque teme que su circunstancia se desgarre por un lado, pero quisiera modificar para que no se le desgarre por el otro.
Zapatero es su circunstancia, pero su circunstancia no para quieta. Maticemos a Heráclito: nadie se baña dos veces en el mismo río -para empezar, porque nadie es dos veces el mismo-, pero hay ríos que cambian sin dejar de ser el mismo río a efectos sociales y hay ríos que cambian hasta convertirse en otros también en la consideración general. Por ejemplo: nadie puede volver a bañarse en un río que se ha secado.
A la circunstancia denominada Zapatero le puede ocurrir otro tanto. ¿Cuánto podrá cambiar sin parecer otra?
O, todavía peor: ¿qué pasaría si el personal dejara de compararlo a cada paso con Aznar y optara por juzgarlo tal cual, per se, sin circunstancia atenuante de ningún tipo?
Javier Ortiz. Apuntes del natural (10 de agosto de 2004) y El Mundo (11 de agosto de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. El apunte se titulaba Zapatero y su circunstancia. Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.
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