Hay gente -lo sé porque lo he visto- que exonera a Felipe González de toda culpa. De toda. Cree que los azotes que hemos padecido a lo largo de los últimos trece años -desde los GAL a la fuga de Roldán, desde la desindustrialización al paro- le son ajenos. A modo y semejanza de los franquistas ingenuos, da por hecho que su líder es estupendo; que lo malo son «ésos que le rodean». Y le atribuye todo cuanto de bueno sucede. «Fíjate cómo hemos avanzado», proclama, y te señala asuntos que no son sino el fruto del mero paso del tiempo. Como cuando Franco decía en los 70, sin cortarse un pelo: «Hace veinte años no había televisores en España; ahora hay tantos millones».
Hay, sí, un felipismo naïf, y qué le vamos a hacer, así es la vida. Quienes lo padecen no suelen ser mala gente. No tengo nada contra ellos. Si así son felices...
Lo que sí me inquieta y desazona es comprobar que existen también felipistas convictos y confesos que saben perfectamente de qué va su jefe, que no tienen la menor duda, por ejemplo, sobre su conocimiento de lo que fueron los GAL, y que pese a ello siguen defendiéndolo a capa y espada, con el supremo argumento de que cualquier otro de los que se ofrecen en el mercado político sería peor que él.
Y ahí sí que no trago.
Cuando los escucho por las radios o los leo en periódicos y revistas, recuerdo la vieja canción que compuso en 1932 la mujer de Sam Reece, un líder minero de Harlan (Kentucky), después de ver una razzia realizada por policías camuflados, tipo GAL: Which Side Are You On? ¿De qué lado estás? «Aquí no hay neutrales:/ o estás con nosotros/ o estás con estos pistoleros./ ¡Ay, trabajadores! ¿Vais a soportar esto?/ ¿Cómo podréis hacerlo?».
Puedo entender muy bien que haya gente que esté persuadida de que las razzias felipistas son un invento de algunos políticos sin escrúpulos y de resentidos sociales como yo. Pero que haya quienes respalden a los pistoleros de alto standing a sabiendas de que han secuestrado, torturado y asesinado porque con las leyes dictadas por ellos mismos no tenían bastante y querían contar con todas sus leyes y además poder saltárselas, y que lo hagan apelando al progresismo, al socialismo y al humanismo... eso me revuelve las tripas.
En esta vida hay una cosa que se llama principios. Hay quien -con cruz o con raya, blancos o rojos- los tiene. Y hay quien no. La pasada semana asistimos a un espectáculo ejemplar. Vimos a un hombre, Ventura Pérez Mariño, que comprendió que no podría vivir sintiendo sobre su conciencia la voz de la mujer de Sam Reece, hoy llamado García Goena: «Y tú, ¿de qué lado estás?». Y dio un paso al frente y dijo: «Del tuyo».
Del otro lado se quedaron todos los muchos Belloch que nos rodean.
Que con su pan se lo coman.
Javier Ortiz. El Mundo (4 de enero de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de noviembre de 2012.
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