Insisten una y otra vez los dirigentes del PSOE: si los partidarios de Julio Anguita hubieran votado las listas de la coalición PSC-IC, ahora mismo Maragall sería ya president de la Generalitat.
Tienen razón.
Pero se quedan cortos. Pasqual Maragall habría vencido aún más cómodamente si, aparte de darle su voto todos los partidarios de Julio Anguita, lo hubieran hecho también, en masa, como un solo hombre -o una sola mujer-, todos los simpatizantes de Esquerra Republicana.
Y su triunfo electoral habría sido sencillamente apabullante si, ya de paso, le hubieran votado también todos los abstencionistas de izquierda.
No te fastidia.
Esta gente parece no entender que los potenciales votantes no estamos agrupados en rebaños, prestos a seguir el camino que nos marque el pastor de turno.
Conozco bastante bien el tipo de personal que ha votado a Esquerra Unida en Cataluña. Si alguien les hubiera dicho que tenían que votar a Maragall -fuera directamente o por intermedio de Ribó-, se le habrían reído en las barbas. Así fuera el mismísimo Anguita. O San Pito Pato. Si han votado las listas de EU no ha sido a pesar de que con ello hacían la puñeta al PSC, sino porque eso les aseguraba que no acabarían haciendo el juego al PSC, al que -aunque por razones parcialmente diferentes- tragan tan poco como a CiU.
No asumen que hay ciudadanos de izquierda -en Cataluña y fuera de Cataluña- que jamás harán nada que pueda contribuir al regreso al ordeno y mando de los tétricos manifestantes del portón de la cárcel de Guadalajara.
Y Maragall, oliveras al margen, acudió a las elecciones abrazado al jefe supremo de esa banda. Mano a mano con Felipe González, ese abogado de Barrionuevo, Vera... y Pinochet.
Lo peor no es que Almunia y los suyos se dediquen a hacer sumas quiméricas, juntando peras con manzanas. Peor es que dentro de Izquierda Unida también haya quien se quede fascinado con esas cuentas de andar por casa.
Me dicen que un sector de la dirección de IU en Madrid está muy afectado por el resultado de las elecciones catalanas y que plantea la posibilidad de volver a unificarse con los de Ribó. Pues muy bien: háganlo. Si no tienen claro por qué se separaron y cada cual tiró por su cuenta, mejor es que vuelvan a unirse y dejen en paz a quienes sí lo tienen claro.
Me da que, en el fondo, no les falta razón a Joaquín Almunia y los suyos: si los hostiles al PSOE se decidieran a votar al PSOE, el PSOE tendría la tira de votos.
Javier Ortiz. El Mundo (23 de octubre de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de octubre de 2011.
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