Los propagandistas del Poder logran su mayor éxito no cuando convencen a la mayoría de que la alternativa que proponen es óptima, sino cuando consiguen que se crea que no hay otra, o aún mejor, cuando consiguen que no parezca siquiera una opción, sino una perfecta evidencia.
La discusión suscitada por Pedro Solbes a propósito del porvenir de las pensiones resulta ejemplar en esto de dar por hechas, como si se tratara de verdades evidentes por sí mismas, opciones que no lo son de ningún modo. Afirma el ministro de Economía que, de seguir las cosas así, lo más probable es que para el año 2020 el Estado no esté en condiciones de afrontar el pago de las pensiones, y ello porque es harto posible que la Seguridad Social ingrese entonces bastante menos de lo que debería pagar.
Mucho se ha polemizado sobre esta afirmación de Pedro Solbes. Los unos la han criticado porque «una cosa así no se puede decir» (o sea, porque de esas cosas no se habla); los otros, porque parece dar por hecho que el PSOE seguirá imponiendo su ley sobre la política económica española dentro de cinco lustros; los de más allá, porque se fundamenta en una consideración unilateral de la posible evolución de la pirámide de población... Otros, por contra, han rendido tributo a la «sinceridad» y el «valor» del ministro, al que felicitan por haberse atrevido a decir en voz alta lo que sus colegas saben, pero callan.
Mi ignorancia sobre los asuntos de la economía es tanta que con todo lo que no sé sobre ellos se podría escribir una estupenda enciclopedia. Pero hay algo que todo el mundo parece estar dando por hecho y que no comparto en absoluto: la idea de que, si al sistema de la Seguridad Social le falta dinero, habrá que recortar gastos sociales.
En primer lugar, la Seguridad Social no es un compartimento estanco. Forma parte del conjunto del Estado. No es posible evaluar sus cuentas por separado.
En segundo lugar, la Seguridad Social es un servicio; no un negocio. Y un servicio público no tiene por qué ser obligatoriamente rentable.
Y en tercer y principal lugar: si al Estado le falta dinero para cubrir necesidades sociales perentorias, como son las pensiones, lo correcto es que lo obtenga sacrificando otras partidas presupuestarias menos imprescindibles.
Fijar qué gastos son prioritarios y cuáles secundarios no es cosa de economía, sino de ideología. ¿De dónde recortar? Les pondré dos ejemplos. Uno: el Estado se va a pulir 160.000 millones para hacerse con cuatro fragatas. Dos: el agujero de RTVE puede llegar este año al medio billón.
Es mentira que al Estado vaya a faltarle dinero para pensiones. Si le falta, será en general: tendrá que decidir cómo economiza. Ocurre que a los que mandan en el Estado, cuando tienen que ahorrar, siempre se les ocurre hacerlo a costa de los que les pillan más lejos.
O sea: de los que menos mandan.
Javier Ortiz. El Mundo (9 de marzo de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de marzo de 2012.
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