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1998/02/28 07:00:00 GMT+1

Voceras

Los dirigentes del PSOE se han especializado en montar broncas apocalípticas por solemnes bobadas. El más mínimo desliz del último ministro -varios compiten denodadamente por el título-, la impertinencia más nimia del más ignoto de los diputados del partido gobernante o la afirmación más estrafalaria y fantasiosa de cualquier periodista tipo Anson les basta y sobra para organizar todo un festival de tracas. Aparte del aburrimiento que produce en el común de los mortales la repetición machacona de la fórmula, día sí día también, los Rubalcaba, Jáuregui y demás Eguiagarayes habrían de considerar otro inconveniente, no menor, de su vocinglería: cuando llegue la ocasión en que tengan algo verdaderamente grave de lo que protestar, nadie se va a dar cuenta. Parecerá que están con la cantinela de a diario. Deberían entender que el estruendo inaudible es sólo una variedad enojosa del silencio.

Los mandamases del PSOE no son, de todos modos, los únicos que han optado por perder la fuerza por la boca. Les siguen, en plan todavía más aburrido, si cabe, los prebostes máximos de los llamados -mal llamados- «sindicatos mayoritarios». Antonio Gutiérrez y Cándido Méndez llevan sus buenos dos años, el uno y el otro, el otro y el uno, posicionándose, como dicen ellos, en contra del Gobierno, con continuas amenazas de guerra feroz: «No vamos a tolerar...», «Nos parece totalmente inaceptable...», y en este plan. A la hora de la verdad nunca hacen nada, y firman todos los papeles que les ponen por delante, y si no firman, pues da exactamente igual, porque tampoco sucede nada.

Es bien sabido que la especie humana tiene potencialidades que sólo se gastan cuando no se usan. La libertad y el gozo sexual son dos muy principales: tanto menos se ejercen, tanto más se atrofian. A la combatividad real le ocurre otro tanto. El día en que Gutiérrez y Méndez se decidan a montar una movilización de verdad, descubrirán que ya no se acuerdan de cómo se hace eso. Y comprobarán que hace tiempo que las burocracias que encabezan también dejaron de estar para tales trotes.

¿Es eso la izquierda? Hay gente que cree que la falsa izquierda se distingue de la verdadera en que, mientras la una pretende que tal, la otra sostiene que cual. Bueno, eso puede ser importante; no digo que no. Pero hay un rasgo mucho más característico y definitorio de la seudoizquierda: se limita a hablar. No hace nada por movilizar al personal, por convencerlo de que sobran razones para protestar, de que debe ser sujeto agente y no mero objeto paciente de su historia.

No pido a nadie que se ponga en plan revolucionario. No está esto para revoluciones, como no sean las de los coches, que hacen la tira de revoluciones por minuto. Pero entre promover cambios revolucionarios y no promover ningún cambio existe un inmenso campo de posibilidades.

La presunta izquierda española invierte tantas energías en hacer discursos que no le queda tiempo para ponerlos en práctica.

Javier Ortiz. El Mundo (28 de febrero de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de marzo de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/02/28 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: preantología el_mundo cándido_méndez 1998 izquierda psoe ugte ccoo antonio_gutiérrez sindicatos | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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