El uso y el abuso consiguen a menudo que las expresiones pierdan su sentido original. Decir: «¡Viva esto!» no tiene por qué significar: «¡Cómo me gusta esto!». Puede muy bien entenderse en su sentido literal: que uno no quiere que esto -lo que sea- muera.
No me gusta cómo está RTVE. No me gusta ni un pimiento TVE1. No me convence casi nada La 2. La radio pública me parece mucho mejor. Incluso Radio 1. Emite algunos programas dignos (aunque otros no haya por dónde agarrarlos). Pero el asunto no es que esto sea algo mejor y aquello otro algo peor, o muy malo. El asunto es que hay un contubernio que une a tirios y troyanos para reducir a la radiotelevisión estatal a la insignificancia.
El sábado estuve en la manifestación que se celebró en Madrid en defensa de RTVE. Dato significativo: por lo que me dijeron, sólo acudió un parlamentario: Gaspar Llamazares. Nadie del Gobierno. Nadie del PSOE. (De los demás, para qué hablar.)
Entre una oposición derechista que detesta los medios públicos de comunicación porque aborrece cuanto no se incline ante la propiedad privada y un Gobierno que se ha rendido a los más que misteriosos encantos del grupo Prisa, la radiotelevisión del Estado lo tiene más que crudo.
Insisten los unos y los otros en la necesidad de «acabar con el despilfarro» en RTVE. Si de eso se tratara, no podría estar yo más de acuerdo. RTVE tiene una plantilla lo bastante amplia y competente como para que no precise comprar los programas de más campanillas a productoras privadas. Cortando con esa sangría podría lograrse no sólo un importante ahorro económico, sino también un valioso elemento de recuperación de la autoestima.¿Ahorrar? Muy bien. Ahórrese prescindiendo de contratar a precio de oro directivos y jefecillos que sólo buscan su promoción personal.
Me opongo a la liquidación de la radiotelevisión pública porque, por mucho que esté en desacuerdo con lo que hace, es la única que puede llegar a atender sin la definitiva interferencia de intereses sectarios las demandas de información del grueso de la ciudadanía. Mal que bien, RTVE acaba siendo responsable ante las urnas, no ante media docena de amasadores de millones.
Y ya que hablo de dineros. Me hacen gracia los que dicen que RTVE supone un gasto intolerable para las arcas públicas. Como si las necesidades generales de información y ocio ajenas al interés comercial fueran un lujo faraónico pero, en cambio, resultara de una lógica indiscutible el gasto militar de un Estado que no tiene más problema de defensa que el que podría suponerle la enemistad de Andorra (porque, de tratarse de la hostilidad de Marruecos, Washington le obligaría a rendirse).
Racionalizar está muy bien, pero racionalicémoslo todo. Empecemos por ahorrar en lo que, del Rey abajo, no aporta ningún beneficio visible a la comunidad.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de diciembre de 2005) y El Mundo (19 de diciembre de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 27 de noviembre de 2017.
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