En los años 50 se hizo célebre el subtítulo de una noticia que apareció en no sé qué diario. Decía, refiriéndose a las víctimas de un accidente de tren: «Afortunadamente, todos los muertos eran de tercera».
Recuerdo también otro título, este publicado hace pocos años en un diario de Madrid: «Llega a su casa y encuentra a su mujer violada y asesinada».
La ideología más perversa es la inconsciente. El periodista que sabe cuáles son sus querencias políticas o ideológicas y trata de ser honesto, se vigila para que éstas no «contaminen» su labor como informador. Los peores manipuladores son los que creen que su ideología es «natural» y que ellos explican espontáneamente las cosas «como son». Al que escribió lo del tren le parecía muy lógico preocuparse más por los viajeros adinerados. El que redactó lo de la mujer se identificó instintivamente con el hombre. Para él, lo noticioso no era que ella hubiera sido masacrada, sino que él llegara a casa y, en vez de encontrar la cena preparada, se topara con ese drama.
Leo en el periódico del pasado 24 este titular: «Detenido un marroquí por violar a una menor disminuida psíquica». Repaso la noticia y se confirman mis peores augurios: el hecho de que el hombre fuera marroquí no tenía la menor incidencia en lo ocurrido. Lo mismo se podía haber puesto «Detenido un aficionado al mus...» o «Detenido un hombre de ojos castaños...». Peor todavía: la presunta violación, según se desprendía de la lectura de la propia noticia, ni siquiera estaba claro que fuera realmente una violación.
Clasismo, machismo, racismo... Lo peor no es cuando se reproducen las ideologías envenenadas con el venenoso ánimo de envenenar. Lo peor es cuando los viajeros miserables, las mujeres agredidas o los inmigrantes marroquíes salen malparados simplemente porque el clasismo, el machismo y el racismo son tenidos por «naturales».
Javier Ortiz. El Mundo (27 de diciembre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de marzo de 2013.
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