El relator especial de las Naciones Unidas para la Vivienda Adecuada, Miloon Kothari, que visita España en misión oficial, no ha tardado ni 10 días en hacerse cargo de los gravísimos problemas que impiden que muy amplios sectores de nuestra sociedad tengan acceso a una vivienda digna. No es que Kothari goce de capacidades extraordinarias de percepción y análisis. Es que, a diferencia de tantos otros, él no tiene ningún interés en cerrar los ojos a la evidencia. De modo que ha relacionado de inmediato la carestía de la vivienda con la especulación inmobiliaria, los márgenes de beneficio desorbitados y la ausencia de leyes reguladoras de los precios de venta y alquiler de pisos.
Hace pocos días, un informe elaborado por las Cajas de Ahorro ponía de manifiesto que el problema de la vivienda en España no es de cantidad (hay 510 por cada 1.000 habitantes), sino de asignación.
Se calcula que un 37% de la compra de viviendas no tiene más finalidad que la inversora. No las adquieren para habitarlas, sino para venderlas al cabo de un cierto tiempo a un precio muy superior. Con mucha frecuencia, quienes las compran hacen a continuación tres cuartos de lo mismo. Son pisos que no están previstos como vivienda, sino como inversión de capital.
A lo que se añade que el número de pisos vacíos crece sin parar. Un ejemplo: se calcula que entre un 10% y un 15% de las viviendas de Barcelona están deshabitadas, cuando no abandonadas. Entretanto, las ciudades pierden vecinos, porque una parte de su población no puede hacer frente a la carestía de la vivienda y se muda a poblaciones del extrarradio.
Los astronómicos precios de la vivienda en España no vienen determinados por el libre mercado, sino por el acuerdo implícito de quienes están en condiciones de fijarlos. Los determinan tomando como referencia la capacidad de endeudamiento de las familias. Saben que, tratándose de un bien de primerísima necesidad, la gente acaba entrampándose hasta el límite de sus posibilidades.
Las familias llegan a dedicar hasta el 60% de sus ingresos al pago de la hipoteca correspondiente, con el resultado conocido: cajas, bancos, constructores e inmobiliarias incrementan sus ingresos medios por encima del 20% anual.
¿Hay ayudas? Las hay. Pero sólo para los menores de 35 años o mayores de 65, o para los integrantes de tal o cual minoría con dificultades específicas. A la inmensa legión de mileuristas (mucho mejor sería decir mileurizados, porque es algo que no eligen; que sufren) sólo le queda o la resignación... o la protesta.
El relator de la ONU dice que no le sorprenden las manifestaciones espontáneas que se están produciendo en España en contra de la lastimosa situación de la vivienda. Me imagino que lo que le sorprenderá, a él como a mí, es más bien todo lo contrario: que no haya más.
Javier Ortiz. El Mundo (30 de noviembre de 2006). Hay también un apunte con el mismo título: ¿Vendrá «piso» de «pisar»? Subido a "Desde Jamaica" el 19 de junio de 2018.
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