Los organizadores del mitin que va a realizarse esta mañana en Madrid para protestar contra la llamada "Conferencia de Donantes" me han pedido que, ya que estoy fuera de la capital y me es imposible acompañarlos, les escriba unas líneas para ser leídas. Les he mandado el siguiente texto (deliberadamente breve, porque me sé cómo suelen ser los mítines).
Lo que va a reunirse en Madrid la semana próxima tal vez sea una Conferencia, pero no de donantes, en todo caso. Aquí nadie dona nada. ¿A cuento de qué iban a estar dispuestos a ayudar generosamente a la reconstrucción de Irak los mismos que han racaneado año tras año hasta el exiguo 0,7% de contribución al desarrollo al que se comprometieron formalmente?
Según el Diccionario de la Academia de la Lengua Española, «donar» es «traspasar uno graciosamente a otro alguna cosa o el derecho que sobre ella tiene». No hace al caso hablar aquí de donación. No es ya que la intención de los reunidos no sea traspasar graciosamente nada; es que ni siquiera se proponen traspasar. El dinero que van a rascarse del bolsillo no lo van a poner en manos de otro, sino en las suyas propias. Lo van a hacer sirviéndose de un lacayo al que admiten sin recato que vigilarán muy de cerca, no vaya a ser que tenga ideas propias sobre dónde, cómo y cuánto invertir.
Ellos mismos dan cuenta de sus verdaderas intenciones cuando invitan a tales o cuales inversores privados a que se sumen a su iniciativa. Les aseguran que harán un buen negocio y que obtendrán importantes beneficios. ¿Desde cuándo una donación produce réditos?
Mi última pregunta es corolario elemental de lo anterior: ¿qué de bueno puede dar de sí una reunión en la que hasta el enunciado de la convocatoria es mentira?
Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de octubre de 2017.
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