«Si mis adversarios supieran todos los defectos que yo sé que tengo, sería muy tormentosa mi existencia política. Gracias a Dios, se han fijado en otros menos relevantes», dijo anteayer José Bono.
Ignoro si el nuevo ministro de Defensa dice lo que piensa. A cambio, me parece obvio que no piensa lo que dice. Si ustedes se toman el trabajo de reparar en la literalidad de sus palabras, verán que lo que afirma es que le iría fatal si lo conociéramos mejor.
¿Qué clase de autoestima es ésa? Si él mismo se pone a caldo, ¿qué trabajo nos dejará a sus críticos? ¿Habremos de denunciarlo por intrusismo?
Humoradas aparte, conviene dejar sentado que el expresidente de Castilla-La Mancha se equivoca. Primero, porque no tiene en cuenta que algunos lo conocemos relativamente bien y desde hace bastante. En mi caso, si la memoria no me falla -y no suele fallarme para estas cosas-, desde 1976, cuando él trabajaba en el despacho de Raúl Morodo, militaba en el PSP de Tierno Galván y decía pestes del PSOE.
Una cosa es que no hablemos demasiado de aquellos lejanos tiempos y de las andanzas peripatéticas a que dieron lugar y otra que no recordemos quién es quién. Y a costa de qué y de quién cada cual ha llegado a ser lo que es.
Pero tampoco hace falta buscar individuos que atesoren una memoria de elefante sobre los albores de la democracia. En el caso de Bono -como en los de casi toda la gente pública, dicho sea de paso-, nos basta y nos sobra a todos con echar mano de un arma tan accesible como infalible: las hemerotecas. Y no para desempolvar hechos lejanos, prestos a perderse en la noche de los tiempos, sino para rescatar lo sucedido a la vuelta de la esquina, como quien dice. Porque ahora se habla de tanto durante tan poco tiempo que lo ocurrido anteayer enseguida se convierte en prehistoria.
Estoy refiriéndome al pasado enero. Leo: «EFE. Madrid, 09-01-2004. El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, ha asegurado que "en ningún caso sería ministro" si el PSOE ganara las próximas elecciones. (...) Bono ha insistido en que su partido y el propio Zapatero saben que su prioridad es ser presidente de Castilla-La Mancha y ha asegurado que "en ningún caso será ministro de ningún gobierno"». Fueron declaraciones realizadas viva voce a una cadena de radio y reproducidas al día siguiente por todos los grandes diarios.
Me pregunto si será ese mal hábito -el de prometer que no hará algo para hacerlo a continuación (es decir, y por evitarnos innecesarias perífrasis: el de mentir)- uno de los defectos que Bono sabe que tiene y que tanto festeja que sus adversarios no le afeen, porque así su existencia política es menos tormentosa.
Y me pregunto también si cuando Zapatero dice que hay que cumplir lo que se promete se refiere exclusivamente a su persona o si abarca a alguien más.
Javier Ortiz. El Mundo (24 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de abril de 2018.
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