Un locutor de «Domingo Deporte» quiere ilustrar la masiva llegada a tierra italiana de ciudadanos procedentes de Alemania, dispuestos a asistir al éxito final de su selección nacional de fútbol. Así que se abalanza sobre un viandante alto y rubio, de presunto aspecto ario, y, por aquello de mostrar su dominio de las lenguas, le habla en guiri. «¿De dónde viene usted?», le pregunta en algo aproximado a la lengua de Shakespeare. «De Salzburgo», le responde el otro. Y él, tan contento de haber encontrado al fin un caballero verdaderamente alemán que sirva para reforzar su tesis, prosigue la entrevista... en inglés. Acabada la cual, con el gesto de inconfundible satisfacción que adoptan los que saben que han cumplido a conciencia con su deber, apostilla: «Pues ya lo han oído ustedes». Oído sí, pero escuchado ya es otra cosa, porque él no se ha tomado siquiera el trabajo de traducirlo.
Escribo estas líneas apenas recuperado del estupor. ¿Es posible que un locutor de TVE, al que habremos de suponer al menos estudios elementales, no sepa que la ciudad del río Salzach forma parte de Austria, y no de Alemania? Y, lo que es aún más grave y anonadante: ¿es posible que ninguno de los responsables del programa se haya dado cuenta del aparatoso desliz del enviado especial, saliéndole al paso y corrigiéndolo? ¿Tendrán después de esto valor para seguir criticando, como hacen con tanta frecuencia, a «esos norteamericanos que no saben ni dónde está España», que a fin de cuentas les pilla del otro lado del charco, cuándo ellos no se orientan ni con respecto a los países que les pillan a un tiro de piedra?
Pero no lo tomemos por ahí. Porque cabe, desde luego, otra hipótesis: que tanto el locutor de Televisión Española como sus superiores consideren que la existencia independiente de Austria es meramente provisional. Que, dado el signo de los tiempos, y ya desaparecida del mapa esa molesta tontería de las dos Alemanias, pronto habrá de llegar otro pintor de brocha gorda, tal vez incluso austriaco de origen, que logre restablecer las viejas fronteras del Tercer Reich. Con lo que la tan mozartiana ciudad ya no será sino otra pequeña ciudad en Alemania, como la descrita en la espléndida novela de John le Carré. Salzburgo retornará a ser cuna de orgullosos ciudadanos alemanes y el locutor de TVE ascenderá de la no muy noble categoría de los metepatas a la cumbre gloriosa de los profetas. ¿Una modesta contribución de TVE a la reedición del «Ein Volk, ein Reich, ein Führer»? Todo puede ser.
Javier Ortiz. Sección de Televisión. El Mundo (2 de julio de 1990). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de julio de 2010.
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