La cadena Ser ha destapado lo que parece un muy grave escándalo económico que implica a Francisco González, presidente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria. El asunto es de tal magnitud que, de confirmarse, no tendría nada de extraño que González (al que llamaré a partir de ahora FG, para abreviar) se vea forzado a dimitir y tenga que abandonar el BBVA. (*)
La denuncia de la Ser, apoyada en documentos y hechos contrastados, ha provocado una reacción inmediata del PP y de los medios periodísticos que le son afines. Según ellos, lo que la radio de Polanco pretende es cargarse a FG, sin más, porque es hombre próximo al PP y poco dado a servir los intereses del PSOE (y, ya de paso, también los de Polanco).
El asunto tiene, sin duda, mucha trastienda.
No sé si por la calle, pero en el mundillo periodístico todo el mundo sabe que este FG llegó a la Presidencia de Argentaria -el banco que se fabricó malcosiendo los retales de la Banca pública española-, gracias a la benevolencia del PP en general y de Rodrigo Rato en particular, y pese a que sus conocimientos sobre el universo bancario eran tirando a magros.
Tutelado por el Gobierno de Aznar, FG orientó Argentaria hacia su fusión con el BBV, cosa que logró. Nació así el BBVA.
A partir de ahí, empezó la increíble historia del pez chico (Argentaria) que se come al grande (BBV). Un cuento con traca final y todo: me refiero al estallido del escándalo de las cuentas ocultas que Emilio Ybarra y otros veteranos prebostes de la entidad financiera bilbaina se habían acomodado en las islas Caimán con dinero distraído del banco, más que nada para arreglarse una jubilación sin sofocos.
Tuvieron que dimitir al alimón y, oh sorpresa, FG, el afortunado protegido de Rato, se hizo con la Presidencia del BBVA.
¿Tiene algo que ver este telón de fondo con lo que está pasando ahora? ¿Puede convenir al PSOE el escándalo que ha puesto a FG en el borde del abismo? ¿Cabe que haya intereses poco o nada confesables detrás de la denuncia contra el todavía presidente del BBVA?
La respuesta es: sí a todo.
Pero, acto seguido y sin pararme ni siquiera a respirar, añado: y qué.
No importa -importa, pero no a estos efectos- qué pretendan los que revelan tales o cuales irregularidades, o delitos incluso, que implican a personas con responsabilidades de primer orden. Si lo que denuncian es cierto y es importante, bien está: felicitémonos por lo que han hecho.
Me hace gracia comprobar que quienes dejan de lado el contenido de las denuncias contra FG y se centran en señalar las intenciones aviesas que según ellos persiguen quienes las formulan son los mismos que hace diez o doce años se enfadaban muchísimo porque el PSOE y sus amigos mediáticos hacían eso mismo frente a las denuncias de corrupción que se dirigían contra los de su bando.
Y al revés: quienes ahora rechazan los intentos de distraer la atención del público hacia asuntos laterales y reclaman que se empiece por comprobar si lo denunciado es cierto o no son los mismos que en aquel tiempo se empeñaban sistemáticamente en discutir las razones ocultas de quienes denunciaban. Se empeñaban en investigar al denunciante, despreciando lo denunciado.
Estamos, pues, ante todo un congreso de cazadores cazados.
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(*) Insistiré en este punto: de ser cierto lo denunciado. Soy cualquier cosa menos experto en cuestiones bursátiles y financieras. La denuncia de la Ser parece sólida, pero carezco de la pericia que se requiere para evaluarla con la necesaria solvencia.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
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