¿Desastre natural? Cabría decir con propiedad que las víctimas del terremoto de Irán han perecido por culpa de un desastre natural si la tierra se hubiese abierto súbitamente generando una gran sima y toda esa gente se hubiera precipitado en el vacío, arrastrada hacia el fondo de la tierra. Pero, según muestran los noticiarios, casi todos los cadáveres están siendo extraídos de escombros situados en la superficie de la tierra. Y los escombros proceden de casas. Y las casas no constituyen ningún fenómeno de la Naturaleza.
Leo un muy interesante escrito en el que un técnico en la materia cuenta que, horas antes de que se produjera el terremoto iraní, Los Ángeles sufrió otro que, pese a ser más intenso, causó tan sólo dos muertos. Según él, es harto probable que si en Tokio se produjera un temblor sísmico de la intensidad del de Irán, la mayoría de los habitantes de la capital japonesa encajarían el susto sin demasiados aspavientos y proseguirían sus tareas habituales. Porque las construcciones japonesas, al igual que las californianas, están pensadas para resistir -dentro de ciertos límites, por supuesto- los movimientos de la tierra, habituales en sus respectivos pagos.
En Irán también saben que pisan tierras mal asentadas, pero no tienen dinero para costearse edificios modernos de ese tipo, bien separados entre sí, y dejar para el turismo las viejas villas medievales, abigarradas, de calles estrechas y casonas construidas en su día pensando mucho en la defensa militar y poco o nada en los movimientos del suelo.
El mayor peligro de los terremotos, con gran diferencia, está en las casas. Pero, como no parece que vivir a la intemperie sea una buena alternativa, las soluciones pasan obligatoriamente por la buena planificación urbanística y el recurso a técnicas de edificación adecuadas. Que existen. Pero hay que pagarlas. Y son caras.
Lo que vale para los terremotos vale también para todos los demás fenómenos naturales que pueden provocar catástrofes: inundaciones, riadas, huracanes, tifones, erupciones volcánicas... Todos esos excesos de la Naturaleza han sido ampliamente estudiados, lo que ha permitido establecer técnicas para precaverse y defenderse de ellos. Técnicas que no son perfectas, desde luego, pero sí muy eficaces, que reducen al mínimo la pérdida de vidas. Sin embargo, su materialización requiere de fuertes inversiones. ¿Accesibles sólo para los países comparativamente ricos? No: también cabe ver sus benéficos efectos en las zonas donde viven los ricos de los países pobres.
En todo caso, hay algo que ni siquiera Bush, Blair y Aznar juntos podrían negar: que la miseria mata muchísimo más que el terrorismo. ¿Por qué invierten entonces tan pocos medios y tan escasos esfuerzos para combatirla? ¿Tal vez porque la miseria causa sólo muertos de tercera?
Javier Ortiz. Apuntes del natural (30 de diciembre de 2003) y El Mundo (31 de diciembre de 2003). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 5 de mayo de 2017.
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