La música andalusí de Israel, los cantos de las sinagogas del Magreb, los sones judeo-árabes de Irak, los obsesivos ritmos beduinos del Negev, jazz inspirado simultáneamente en músicas turcas, judías y asiáticas, las singulares tonadas etíopes, azeríes y persas... Los responsables del sello israelí Magda no esconden la intención política -humana- de su proyecto: quieren la paz. Y ponen la música al servicio de esa empresa.
Creen que todos los pueblos de la zona podrían coexistir en armonía y exhiben el ejemplo de la música para demostrar cuán ventajoso sería: grupos en los que trabajan juntos palestinos y judíos, intérpretes que echan mano del repertorio tradicional árabe y hebreo, o que incluso los funden en nuevas creaciones... todo ello instalado en el amplio y pujante territorio de lo que se llama ahora música étnica o música con raíces.
Magda es una palabra hebrea que proviene del viejo vocablo meged, que podría traducirse por aceite o, quizá más propiamente, por óleos. El meged era el aceite con el que se ungía el cuerpo y la cabellera de los reyes, no sólo para su embellecimiento, sino también para su relajación. Los promotores de Magda pretenden que, al igual que el meged, también la música amanse a las fieras.
Cada cual puede pensar lo que tenga a bien sobre el Estado de Israel, pero nadie puede negar que su población, proveniente de los más diversos confines, supone un impresionante crisol de culturas. Desde España hasta Rusia, pasando por Europa central y llegando hasta Asia, Estados Unidos y América Latina, en la Israel actual se entrelazan innumerables raíces musicales, que vivifican y potencian las muy variadas tradiciones del Cercano Oriente. El resultado es ciertamente espectacular.
De la mano de los discos de Magda, cabe pasar de los ecos más remotos a los aires cercanos de la new age sin perder el hilo conductor que aporta lo auténtico. Del nutrido catálogo de Magda es inevitable destacar la obra de la Orquesta Andalusí de Israel y de Mauricio El Medioni (Samai Andalusí). Pero no son menos interesantes los trabajos de Alain Chekrun y Taufik Bestanji (Cantos de las sinagogas del Magreb), la obra jazzística de The East-West Ensemble o la polifacética labor de Yair Dalal, investigador y renovador de la música del conjunto del Cercano Oriente, casi siempre de la mano del conjunto Al Ol, muy armónicamente integrado por instrumentistas árabes y judíos.
Javier Ortiz. El Mundo (9 de abril de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de abril de 2013.
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