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2003/04/11 06:00:00 GMT+2

Un riesgo material

«Los dos periodistas españoles muertos en Bagdad, que estaban cumpliendo con su deber profesional, conocían el alto riesgo que podía suponer su presencia allí y, desgraciadamente, ese alto riesgo se ha materializado». Es todo lo que José María Aznar consideró que debía decir en la tribuna del Congreso sobre la trágica muerte de Julio A. Parrado y José Couso.

El silogismo desarrollado por el presidente del Gobierno es tan sencillo como contundente: los periodistas estaban desarrollando una actividad de riesgo, ellos asumieron conscientemente ese riesgo, ergo son ellos los responsables de su muerte.

Resuelto así el asunto, el jefe del Ejecutivo dio por hecho que no hacía al caso referirse ni a quienes declararon la guerra pudiendo evitarla ni a quienes ordenaron disparar contra el hotel Palestine sin que hubiera mediado provocación alguna. En su criterio -me atengo a lo que dijo-, las acciones que provocaron las muertes carecen de importancia. Sólo cuenta que ellos sabían que estaban corriendo un alto riesgo y que ese riesgo «desgraciadamente se ha materializado».

Aznar habla de la guerra, en general, y de las violaciones de las leyes propias de la guerra, en particular, como si fueran fenómenos meteorológicos. Sus aliados invaden países -con su bendición- y disparan a plena conciencia contra objetivos civiles porque así son las cosas. Eso no tiene vuelta de hoja. Sería absurdo pedirles explicaciones. Lo que hay que hacer es no ponerse a tiro.

¿Será consciente Aznar de los efectos demoledores que tendría su singular lógica aplicada a otras situaciones? A la de Euskadi, por ejemplo. Consideremos esa posibilidad: «Los guardias civiles muertos sabían que estaban desarrollando una actividad de riesgo; no obstante, decidieron seguir realizándola». O bien: «Ya les avisamos de que ETA mataba, pero optaron por no hacernos caso». O bien: «La culpa la tienen quienes los instalan en casas cuarteles. Si ponen a los niños en el objetivo, que luego no pidan explicaciones».

El presidente del Gobierno habla de los corresponsales de guerra como si su actividad fuera un capricho o un lujo, y no la única vía que tiene la ciudadanía para ver atendido su derecho constitucional a recibir información veraz, particularmente imprescindible en situaciones de tanta importancia y, a la vez, tan propicias a las mentiras. La labor de los corresponsales de guerra responde a una necesidad social. ¿Por qué no invita también a los voluntarios de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja a que abandonen su trabajo de alto riesgo y se vuelvan para casa?

Sólo puede hablar como Aznar alguien a quien le importa muy poco -o peor aún: le molesta- que la opinión pública conozca la realidad de lo que está pasando en aquella espantosa guerra de rapiña. Y que en vez de corazón tiene una caja registradora.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (11 de abril de 2003) y El Mundo (12 de abril de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de marzo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/04/11 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: irak julio_parrado el_mundo aznarismo guerra sadam_husein diario 2003 bush preantología corresponsal_de_guerra periodismo josé_couso aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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