Recuerdo que en 1975, en una reunión de alto copete de la oposición al franquismo, un veterano político -todavía en activo, por cierto- admitió que no sabía qué era el derecho de autodeterminación. Hubo chanzas: ¿cómo podía haber alguien que se dedicara a la política e ignorara qué es el derecho de autodeterminación?
Era un precursor. Su desconocimiento ha hecho desde entonces muchos prosélitos. Sólo que ahora los que apenas saben del asunto hablan de él dándoselas de expertos.
Ejemplo: dicen y repiten que el concepto de autodeterminación de los pueblos surge a lo largo del siglo XX como consecuencia de los procesos de descolonización. Y emplean ese argumento para rechazar que pueda aplicarse a las naciones sin Estado del Viejo Continente. Es un disparate. En Europa se viene discutiendo sobre la autodeterminación de los pueblos desde mediado el siglo XIX. Ya entonces el Imperio Austro-Húngaro se vio asaltado desde dentro por toda una pléyade de movimientos nacionalistas. La literatura política sobre el derecho de autodeterminación en Europa se remonta al siglo XIX. En explícita aplicación del derecho de autodeterminación, con referéndum incluido, Noruega se separó de Suecia en 1905, y Finlandia de Rusia en 1917. Los nacionalistas de Irlanda también apelaron al derecho de autodeterminación hasta su independencia, en 1921.
Nada que ver ni con la descolonización ni con el Tercer Mundo.
Otro tópico recurrente: amalgaman el derecho a la autodeterminación de las naciones y nacionalidades con la autodeterminación de cualquier tipo de agrupamiento humano. «Si Euskadi puede autodeterminarse, ¿por qué no Alava?», dicen. Pues porque nadie, ni siquiera los foralistas alaveses, ha pretendido jamás que Alava sea una nación específica. Pero qué más da: si lo juzgan necesario, que voten los alaveses si desean o no ser vascos. «¿Y si quieren independizarse los vecinos de Llodio?», ironizan. Deben creer que la gente es imbécil y reclama su independencia para divertirse un rato. Reduciendo el asunto al absurdo, sólo demuestran su frivolidad.
Se demanda el derecho de autodeterminación como proclamación de soberanía. Hacerlo no significa que se planee ejercer ese derecho. Ni menos aún que, en caso de ejercerlo, se vaya a respaldar la secesión.
Dicen: «Los nacionalistas vascos no tienen derecho a hablar de Navarra. ¡Que los navarros hagan lo que quieran!» ¿Que los navarros hagan lo que quieran, pero los vascos no? Venga: un poco de seriedad, por favor.
Javier Ortiz. El Mundo (17 de octubre de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de octubre de 2012.
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