En Italia están que trinan con la actuación del árbitro ecuatoriano, Byron Moreno, que dirigió el enfrentamiento entre su selección y la de la República de Corea. El cabreo colectivo responde a una reacción nacionalista muy típica, pero el hecho es que, por lo que pude ver en un amplio resumen del acontecimiento, no les falta razón. Penaltis como el que el ecuatoriano pitó en su contra, recién comenzado el encuentro, podrían sentenciarse a mansalva en todos los partidos, incluyendo ese mismo. Hubo faltas muy similares en el área coreana que el tal Moreno no vio. O no quiso ver. «La culpa la tiene Berlusconi, por no haber condonado la deuda externa de Ecuador», bromea hoy un periódico italiano. Y puede que tenga razón en un punto: cabe que la culpa la tenga efectivamente Berlusconi, pero no por no haber condonado la deuda externa de Ecuador, sino por no haber rescatado las deudas de don Byron Moreno.
Lo del árbitro ecuatoriano fue de traca. Expulsó a Totti por fingir una falta en el área cuando, como pudo comprobarse en la repetición, la falta había sido real y hubiera debido ser sancionada con penalti, lo que con toda probabilidad habría sentenciado el choque. Anuló un gol italiano atribuyéndole un fuera de juego inexistente. Además, dejó sin mostrar un buen puñado de tarjetas amarillas que los coreanos se habían ganado a pulso.
A mí, que simpatizo con Italia pero no con el fútbol italiano -y que, en consecuencia, no estaba nada predispuesto a su favor-, todo aquello me pareció de lo más sospechoso. Demasiado sospechoso.
Ya antes me habían parecido también muy sospechosos un par de arbitrajes de los que se benefició Brasil. Y otro que salvó a Estados Unidos del empate cuando vencía 0-1 a México. Un defensa norteamericano despejó con el puño un balón en su propia área a la vista de todo el mundo... menos del árbitro del encuentro, que se llamó andana.
La verdad es que este Mundial está teniendo un aire rarito. Es como si las clasificaciones respondieran a un plan previamente trazado. No necesariamente a un plan imperativo, pero tal vez sí indicativo.
Hay tantos intereses económicos en juego que tampoco tendría nada de especial que algo así estuviera sucediendo.
Si hay algo raro, seguro que están al tanto los directivos de Antena 3 y Vía Digital, que se han empeñado hasta las cejas en esta historia y están locos por salvar los muebles.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (19 de junio de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de mayo de 2017.
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