«El Mundo» me pidió ayer, para su sección de debate "En la Red", que contestara a la pregunta: "¿Es usted partidario de que las tropas españolas participen en la fase terrestre de la guerra de Afganistán?". Ésta fue mi respuesta.
Las primeras tropas especiales de EE.UU. han comenzado a actuar sobre el terreno en Afganistán. De momento, son comandos reducidos que operan con objetivos muy concretos. Pero la ofensiva estadounidense puede alargarse durante meses y toparse con obstáculos inesperados. Aznar ha manifestado que el Gobierno español está dispuesto a enviar hombres y armamento en apoyo de los aliados si la situación lo requiere. Pero muchos opinan que España debe abstenerse al haber iniciado EEUU sus represalias de forma unilateral.
En los finales de la década de los 60 en pleno franquismo todavía, vi en una pared de Barcelona una pintada anónima que decía: «Volem bisbes catalans!» («¡Queremos obispos catalanes!»). Al día siguiente, me encontré con que otra mano no menos anónima había rectificado la pintada, tachando el «catalans»· y añadiendo un «no» por delante.«No volem bisbes!» era lo que quedaba.
Podría responder a la pregunta que suscita este debate de un modo semejante: puesto que estoy en contra de esa guerra, no soy partidario de que acudan a ella tropas de ningún país. Ni de España, ni de Gran Bretaña, ni de EEUU. Ni siquiera de Afganistán. Negada la mayor, todo lo demás va de suyo. Pero es que, en este caso, tengo razones suplementarias con las que reforzar mi negativa.
En primer lugar, España no puede enviar tropas a esa guerra porque no está en guerra. Para que España pueda entrar en guerra, tiene que empezar por declararla. Lo cual requiere de una autorización expresa de las Cortes Generales y de la firma del Rey, según el artículo 63.3 de la Constitución española. (No faltará quien diga que eso es un mero formalismo. Habrá que responderle que el Estado de Derecho se caracteriza, entre otras cosas, por su escrupuloso respeto de las formas.)
En segundo lugar, España no debe enviar tropas a Afganistán porque no hacen falta para nada. Frente a las paupérrimas fuerzas armadas del Estado talibán, el ejército de EEUU se basta y se sobra. El Pentágono está en condiciones de derrotarlas sin mayor dificultad. Otra cosa es lo que se encuentre una vez finalizada la fase convencional de la guerra, si quiere quedarse sobre el terreno, como hizo en su día la URSS, a administrar su victoria. Pero no veo qué puede ganar España entrando a formar parte de un ejército de ocupación.
La participación de tropas españolas en esa guerra sólo tendría un valor simbólico. Pues bien: ese valor simbólico constituye precisamente una tercera razón, y bien poderosa, para no asumir un compromiso de tal naturaleza. España no tiene interés alguno en significarse como enemigo de primera línea del integrismo islámico. De hacerlo, pasaría a formar parte de sus blancos preferentes. En las últimas semanas, a propósito del hipotético peligro de guerra bacteriológica, varios ministros de Aznar han tratado de tranquilizar a la población insistiendo en que España no es objetivo prioritario del terrorismo integrista. ¿Qué quieren, que pase a serlo?
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (21 de octubre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de octubre de 2010.
Comentarios
Joder.
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Escrito por: Andrés 3.0.2010/10/24 21:14:11.272000 GMT+2
Escrito por: PWJO.2010/10/24 22:08:26.266000 GMT+2
Escrito por: Andrés 3.0.2010/10/25 13:24:26.551000 GMT+2