Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2001/06/29 06:00:00 GMT+2

Un baño de realidad/irrealidad

Salgo de casa prontísimo. Tengo que llevar el coche a un taller que está en el quinto coño, según se despliega el mapa del terremoto de Madrid tomando la plaza de Ventas por epicentro.

Me meto en la M-30.

Pese a que apenas son las 8 de la mañana, ya hace calor, y el acondicionador de aire del coche no funciona (ése es el problema).

El tráfico -que es como llaman por aquí al tránsito- tampoco está tan mal, de todos modos.

Llego a la calle de los Ferroviarios, cerca de Marcelo Usera -o sea, al ya mencionado quinto coño- relativamente rápido. Y sin perderme, cosa rara en mí.

El menda del taller me dice que todavía no le han traído la pieza que debe colocar en mi trasto con ruedas.

Le digo que se le dejo y que ya volveré a por él el martes, cuando regrese de Canarias.

Descubro súbitamente que estoy Dios sabe dónde, sin coche, sin mapa. Sin saber nada. Nada de nada.

Tengo una extraña sensación de irrealidad.

La calle Ferroviarios está llena de chinos. De chinos que hablan en chino. Me asomo a una puerta. Veo que hay montones de ropa colgada. Si son talleres clandestinos, su clandestinidad deja mucho que desear.

Llego a Marcelo Usera. No tengo ganas de coger un taxi, pero tampoco veo ninguna boca de metro. Los letreros de las paradas de autobuses dicen que van hacia lugares de los que en mi vida he oído hablar. Bajo andando hacia Legazpi. Las calles me parecen extrañas. La gente, también. Incluso las tiendas. Es como si, de repente, hubiera viajado a otro país. Hasta el vendedor de cedés piratas me resulta chocante: tiene discos de gente de la que no he oído hablar en mi vida. A su lado, una señora vende lencería tirada por el suelo -debería decir tiradas: la lencería y la señora-, mientras anuncia a gritos: «¡Pruébesela, y si no le vale, se la cambio!».

Recuerdo de repente lo que muchas veces he dicho a gente de postín que habla sin parar de lo que «el pueblo» quiere, opina o hace. «Pero, ¿de qué pueblo hablas? ¡Si no lo conoces! ¡Si el único pueblo con el que te cruzas es el que ves cuando vas desde tu coche al restaurante de turno!».

Compruebo que soy igual, por sobre poco más o menos. Madrid, para mí, es el centro. Todo esto que estoy viendo hoy me parece de otro planeta.

Cojo un autobús, al azar. Y luego otro. Y luego otro. Como no sé adónde van, me da lo mismo. Voy mirando a la gente: cómo viste, cómo habla, qué lee. Los pocos que leen. Ningún periódico. En uno de los autobuses, ya cerca de La Elipa, se organiza un enorme revuelo. Ha habido un robo. Un señor mayor -quiero decir: aún mayor que yo- descubre al ladrón y empieza a pegarle patadas, pese a que el ladrón le saca medio metro. Bajamos todos del autobús. Una mujer regordeta masculla que el ladrón «además de todo, es gilipollas, si me perdonan ustedes la expresión». Por lo visto, el hombre lo ha hecho fatal. Devuelve el dinero a toda prisa, aguanta los golpes sin rechistar y sale corriendo.

De repente, descubro que no he tomado la menor precaución: pese al tumulto, no he hecho caso alguno de mis pertenencias. Pero no me falta nada.

Cuando se dispersa la multitud, veo a una joven de aire sudamericano que llora en un banco de la calle. Deduzco que acompañaba al ladrón novato.

Regreso a casa.

Qué baño de irrealidad/realidad tan intenso. Y en tan poco tiempo.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (29 de junio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/06/29 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)