Sé por vieja experiencia -a José María Benegas Haddad lo tuve como compañero de clase durante ocho inacabables y definitivos años escolares- que el aún secretario de Organización del PSOE se siente irreprimiblemente inclinado hacia la interpretación de papeles teñidos por la languidez de las cosas subalternas, que diría el inmortal Pedro Salinas. O sea, y dejándonos de endecasílabos, que lo suyo no es la audacia.
En función de ello, tiendo a pensar que, si ha armado esta marimorena, sacando a relucir su correspondencia con el One, tiene obligatoriamente que ser porque: a) sabe que lo tiene muy crudo; y b) está respaldado.
Que su situación es problemática no representa ningún secreto. Hace días que las quinielas de los «depurables» del PSOE cuentan unánimemente con su candidatura. «¿Qué tal Benegas y Galeote?», propone el uno. «No; Benegas y Guerra», responde el otro. «¿Y si pusiéramos a Benegas, Guerra, Galeote y Marugán?», tercia el de más allá. En esas condiciones, incluso el espíritu menos despierto -por ejemplo, el del propio Benegas-, tiende a maliciarse que la Secretaría de Organización del PSOE puede quedarse vacante a corto plazo.
La suerte que ha tenido Txiki es que Alfonso Guerra no ha encontrado ninguna ventaja en su sacrificio. Si el corte de la cabeza del orondo donostiarra hubiera protegido al vice, éste no habría tenido el más mínimo inconveniente en ponerlo bajo las patas de los caballos averiaos de los «renovadores». Pero Guerra se ha dado cuenta de que la cabeza de Benegas no le sirve para nada. Ni siquiera cortada.
Gracias a eso, Benegas ha podido sentirse héroe por un día, poniendo a las tres eses de González -Serra, Solchaga, Solana- en la picota. Sigue sin ser nadie, cierto. Pero así, por lo menos, se siente alguien.
Javier Ortiz. El Mundo (6 de abril de 1993). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de abril de 2012.
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