La respuesta de Rodríguez Zapatero a la carta abierta que le ha dirigido Batasuna y al comunicado paralelo de ETA era esperable. No podía decir nada muy diferente.
La cuestión no está en lo que dice, sino en lo que piensa. Y en lo que esté dispuesto a hacer.
Suele afirmarse que, para predecir los movimientos de alguien, lo mejor es imaginar qué haría uno mismo si estuviera en su lugar. Y es cierto. Pero también lo es que para ponerse en el lugar de alguien hay que calibrar sus muchas circunstancias concretas, incluidas sus ambiciones, sus miedos y hasta -qué remedio- su nivel de inteligencia. Tratándose de Rodríguez Zapatero, no estoy muy seguro de saber a qué atenerme, pero doy por hecho que en sus oídos estará sonando la voz de la tentación: «Eh, José Luis: ¿y si acabaras pasando a la Historia como el Líder Providencial que logró la pacificación de Euskadi?» Incluso Aznar llegó a oír esa voz y se dejó seducir por ella durante unas cuantas semanas (pocas, ciertamente).
Una vez deducido que Zapatero tratará de ir por ahí, porque es lo lógico, supongo que tendrá que plantearse dos cuestiones elementales: la primera, en qué puede ceder (porque en algo tiene que ceder, y lo sabe); la segunda, cómo hacerlo sin que la mayor parte de la población española se le eche encima con el hábil concurso del PP.
Zapatero necesita que ETA le dé una baza con la que presentarse ya con un activo inicial ante las dos opiniones españolas -la pública y la publicada- y esa baza no puede ser de menor peso que una tregua indefinida.
Pero los del otro lado también tienen sus necesidades, y no menos perentorias. ETA no puede decir ahora que se rinde, sin más, después de cuatro décadas de enfrentamiento armado. Entre otras cosas porque hay sectores de su propia organización y de su clientela que son partidarios de seguir en las mismas y, si algunos de sus jefes les dieran una orden que les sonara a rendición vergonzosa, no la acatarían.
Huelga decir que los cientos de presos -y sus miles y miles de familiares- también se pondrían enfrente.
Ese panorama es extensible a la propia Batasuna, cuya dirección -supongo- estará tomando buena nota de los actos de kale borroka que se están produciendo en las últimas horas, como para servir de música de fondo.
Unos y otros deben calcular sus movimientos, pues, con mucha prudencia, cuidando no sólo de abrirse paso, sino también, y a la vez, de no cerrar el paso a los demás. En esa línea, cada cual debería obrar de modo que la otra parte pueda decir a los suyos que ha sido el de enfrente el primero que ha empezado a ceder.
Tanto más pienso en ello, tanto más me invade el desánimo. Porque lo que veo por delante es una tarea que sólo podría ser culminada por gente generosa, hábil, discreta, sutil y paciente. Y ya me diréis de dónde sacamos aquí gente de ese tipo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
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