Vi ayer en televisión a no sé qué dirigente de no sé qué organización palestina declarando no sé qué. Y no lo digo así para mostrarme distante -lo que me resultaría imposible, tratándose de la causa palestina-, sino porque la cosa fue tal cual: si oí quién era el menda y a quién representaba, no me acuerdo. De lo que sí me acuerdo es de que salió ante las cámaras con tres guardaespaldas encapuchados y armados hasta los dientes.
Me pareció ridículo. ¿Qué trataban de demostrar con ese despliegue tan teatral? ¿Que su grupo tiene armas? Ya nos lo imaginábamos. ¿Que temían que les asaltaran a tiro limpio en medio de la conferencia de prensa y que estaban prestos a defenderse? Pues vaya un control de mierda que tenían del local.
Supongo que no sería eso. Que se trataba de una puesta en escena destinada a impresionar. Pero me pregunto a quién -y cómo- pueden impresionar esas truculencias de opereta.
Tengo la misma sensación cuando dos o tres portavoces de ETA se presentan ante la prensa con sus correspondientes pasamontañas y sus pistolones sobre la mesa. Empiezo por no entender lo del pasamontañas. ¿Para qué ofrecen imágenes suyas si no quieren ofrecer imágenes suyas? Pero lo que ya me toca definitivamente las napias es la exhibición del armamento. Como si no supiéramos que tienen de eso. ¿Qué van, en plan cardenal Cisneros, diciendo «Éstos son mis poderes»?
Son comportamientos de tebeo. Bush no necesita presentarse con un misil al hombro y una bomba de napalm en la mano para que todos sepamos que es un criminal de guerra.
Otra cosa que me pone de los nervios -en realidad viene a ser la misma- es la manía que tienen algunos grupos armados árabes de emitir comunicados de un amenazante que te cagas, en plan «La ira de las víctimas anegará en sangre las vidas de los opresores y sus descendientes, de generación en generación», «América sufrirá las consecuencias de su crueldad hasta que implore perdón de hinojos», «Seremos inmisericordes con quienes fueron causa de nuestra inicua opresión y nada nos conmoverán sus estériles lamentos», etcétera.
Son de una verborrea insufrible.
Supongo que es gente que se expresa así porque ha sido educada en la literatura bíblica, que tiende a la truculencia de manera irresistible.
Pero me carga. Me va mucho más el estilo del personal que hace lo que cree que debe hacer y se deja de mandangas.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de noviembre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de julio de 2017.
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