Patronología.- Por paradojas de la vida, el Zooilógico, pese a ser una sección nada devota de la patronal, está encomendada nada menos que a tres santos patrones, cuyas festividades se celebran en estos días. El primero es San Antonio Abad (Ibiza), porque él, como nosotros, se entendía con los animales. El segundo es San Sebastián (Guipúzcoa), porque tenía un trato muy fluido con las flechas y los dardos envenenados, que son nuestras herramientas de trabajo. Y el tercero, San Francisco de Sales (tanto reanimantes como de baño), porque es el patrón de los periodistas. Incluso de los buenos.
No es casual que el PP haya decidido celebrar su Congreso en coincidencia con los días de estos tres grandes santos. Y no lo es porque su figura estelar, José María Aznar, se les parece mucho. De hecho, si la derecha se ha puesto en marcha, es porque él es tres en uno.
Es Abad.- Dice la hagiografía que San Antonio Abad se retiró al desierto egipcio a meditar. Son famosas las tentaciones que allí tuvo, y a las que se resistió -al menos eso se cuenta- con total entereza. Sus enemigos echaban contra él animales salvajes, pero él los domesticaba con una simple bendición (de lo que se deriva lo de bendecir bichos por San Antón).
Igualico que Aznar. O casi. El también ha meditado mucho, sólo que lo disimula, en parte por modestia y en parte porque, si se descubre que piensa, lo mismo pierde votos por la derecha. En el desierto, lo que ha hecho sobre todo es predicar: recuérdese su famoso discurso «¡Váyase, señor González!». En cuanto a tentaciones, ¿cuántas veces no habrá sentido la de tirar la toalla? ¿Y la de estrangular a Hormaechea? ¿Y la de abofetearse él mismo? Pero se ha resistido.
En fin, su capacidad para domesticar fieras salvajes está fuera de toda duda: no hay más que ver a Isabel Tocino presidiendo mansamente el Congreso del PP para constatarlo.
Es Sebastián.- Todo el mundo conoce que San Sebastián fue profusamente asaeteado, pero poca gente sabe que el santo varón no murió de eso. Curó milagrosamente. Aznar también ha recibido muchas puyas, algunas verdaderamente explosivas, y ahí está, tan pimpante. Pero San Sebastián, como todos los resucitados, murió al final (lo que revela cuán efímeros son los milagros). Debe Aznar ser consciente de esa terrible verdad que figura como inscripción en algunos relojes: omnia ferunt, ultima necat. Todas hieren; la última mata. Que lo recuerde, sobre todo, antes de iniciar su último debate televisivo con González, en vísperas del 3-M. Y que recuerde que como realmente murió San Sebastián fue flagelado.
Es Sales.- Igualmente notables son los parecidos entre Aznar y San Francisco de Sales. Debe saberse, para empezar, que «Francesco», en italiano, quiere decir «francés», y por más que Sales no esté en Mururoa, sino en Suiza, la cosa es digna de mención. Este San Francisco pasó de joven una grave crisis de angustia, porque se creía predestinado a la perdición, pero hizo un voto (¡un voto!) de confianza en el Altísimo y consiguió la paz. Dice la hagiografía que el de Sales anduvo de aquí para allá reorganizando conventos sin parar, y que estaba animado por «un optimismo franciscano», aunque «no tuvo una teoría propia». No parece necesario subrayar las similitudes que esta biografía presenta con la de Aznar (aunque en lo de no tener ninguna teoría propia se parezcan a este San Francisco todos los demás políticos españoles, a excepción de Luis Atienza, fundador y teórico de la Asociación Pro-Vida de los Peces).
¿Es seguro que Aznar va a ganar?.- Sí. No lo digo porque yo sea experto en estas cosas, sino porque ayer escuché a un experto extranjero que, viendo imágenes del Congreso del PP, exclamó: «¡Vaya ganado!».
Javier Ortiz. El Mundo (21 de enero de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de enero de 2018.
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