Primera cifra.- Se acaban de hacer públicas las cifras que ilustran el incremento constante del número de abortos en España a lo largo de los últimos diez años. Son tan claras que nadie ha tenido la ocasión de equivocarse a la hora de encontrar las razones que las justifican. Un montón de crías: fracaso en la educación sobre medidas anticonceptivas. Un montón de jóvenes: ¿cómo decidirte a ser madre si no tienes trabajo o lo tienes precario y mal pagado y si, además, tampoco tienes un piso en el que meterte? Añadido: un montón de jóvenes inmigrantes. Aquí hacen al caso las dos reflexiones anteriores, sólo que con sus incrementos correspondientes.
Que se extrañe quien quiera. A mí lo que me resultaría extraño es que las cifras fueran muy diferentes a ésas.
Segunda cifra.- Los trabajadores españoles trabajan, en promedio, 2,3 horas más que sus congéneres europeos. Otra cifra que a mí no me sorprende, pero que sí ha desconcertado a bastantes comentaristas, por lo que leo y oigo.
Choca con un tópico injusto: el del español indolente.
En los años de la inmigración masiva, los empresarios alemanes, franceses, belgas, etc., no dudaban en emplear mano de obra española. Decían que era gente que se deslomaba trabajando y que, además, no resultaba particularmente díscola.
Ahora por aquí se dice lo mismo de los obreros magrebíes.
Un barman inglés me dijo hace tiempo que, si en Inglaterra decidieran obligar a los de su gremio a trabajar con el ritmo y la intensidad con los que se trabaja en los bares españoles, la huelga general no tardaría en producirse ni dos días.
Sobre este asunto planea otro tópico que fue de constante uso en tiempos del franquismo: el de la supuesta ingobernabilidad de los españoles. Ya sé que el ranking mundial de conformismo y sumisión abunda en poblaciones candidatas, pero para mí que la población celtibérica debe andar entre las más cotizadas.
Tercera cifra (a relacionar con las dos anteriores).- Uno de cada cinco ciudadanos españoles, más o menos, considera que donde mejor están las mujeres es en casa, afanadas en las tareas domésticas. (No he logrado enterarme de si la pregunta de la encuesta se ha planteado sólo a hombres o a hombres y mujeres por igual. Ésa sería otra.)
Me parece recordar que estamos en la frontera del 2006.
Antes, las fechas navideñas resultaban muy propicias para contar cuentos muy sensiblones y propicios a la lágrima. Por lo que veo, lo que se estila ahora es publicar estadísticas que dan muchísimas ganas de llorar.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de diciembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de diciembre de 2017.
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