Es el adjetivo de moda en Euskadi. Ayer recurrió a él la patronal vasca. También los dirigentes de Confebask quieren un gobierno local que agrupe a nacionalistas y no nacionalistas.
Imagino que la tribulación de Jaime Mayor correrá pareja con la mía, así sea por motivos opuestos.
Supongo que a él, como cabecilla de la derecha, le dejará hecho polvo que los empresarios no respalden su opción política.
A mí, en cambio, como cabezota de izquierda, me fastidia enormemente que apoyen la mía.
En la vida me había visto en ésas.
Me he opuesto al PNV desde mi más tierna infancia. Era, a mis ojos, la representación del carquerío más recalcitrante, dentro del panorama autóctono. Al PSOE no me opuse desde mi más tierna infancia, porque en mi más tierna infancia el PSOE no existía: había cuatro señores mayores en Eibar que decían que eran socialistas, pero no hacían nada, así que era prácticamente imposible oponerse a ellos. Pero en cuanto llegaron Felipe González y los marcos alemanes y reactivaron el invento, he estado también en contra.
Imaginad lo desagradable que resulta, con esos antecedentes, predicar la conveniencia de que esos dos partidos gobiernen juntos. Pero es que no veo ninguna otra posibilidad que no sea totalmente incendiaria, y la verdad es que no me gustan nada los incendios.
Conozco un montón de gente que está convencida de que es eso lo que ocurrirá al final y que lo argumenta diciendo que el electorado «es más inteligente que los políticos». Espero que tenga razón, aunque, si la tiene, no será por ese argumento: no hay más que ver lo que ha venido haciendo hasta ahora el electorado -en Euskadi, en España, en Europa y en el mundo entero- para tenerle un aprecio más que limitado.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (11 de mayo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.
Comentar