Primer punto: cuando Jean-Marie Leblanc, director del Tour de Francia, dice que Batasuna le engañó, miente. La petición que dirigió a la organización de la carrera, instándola a utilizar las dos lenguas -francés y euskara- en la etapa que llega a Baiona, estaba suscrita por Batasuna, directamente. ¿Qué clase de camuflaje es ése? El problema de monsieur Leblanc es que o no sabía qué narices es Batasuna, y respondió creyendo que se trataba de alguna asociación cultural vascófila, o lo sabía, pero prefirió hacerle caso porque no le costaba gran cosa y así se evitaba eventuales conflictos. Se engañó solito.
Segundo punto: lo que pidió Batasuna al Tour está bien, y nadie se atreve a negarlo. Todo el mundo admite -más o menos a regañadientes: ése es otro asunto- que es un hecho positivo que la Boucle francesa se desenvuelva en las dos lenguas mientras esté en territorio vasco.
Tercer punto: a quienes afirman que lo único malo es que la petición la ha hecho Batasuna hay que decirles que nadie les impidió hacerla, por su cuenta, incluso antes de que Batasuna abriera la boca. La única organización política que formuló la petición fue Batasuna sencillamente porque las demás no movieron un dedo. ¿Escasos reflejos? ¿Falta de sensibilidad? O lo uno o lo otro. La excusa del PNV de que el Gobierno vasco no puede actuar más allá de los límites políticos que tiene establecidos es absurda. La solicitud podían haberla protagonizado los partidos que están detrás del Gobierno: PNV, EA y EB-IU. Me da que hay más de una autocrítica pendiente.
Cuarto punto: exigir a Leblanc que rompa del todo -no sólo formalmente- el compromiso con Batasuna equivale a reclamar que el Tour renuncie a la utilización del euskara a su paso por Euskal Herria. Quienes se aferran a esa reclamación son como la falsa madre del juicio de Salomón: no tienen reparo en hundir una buena causa con tal de que Batasuna no se apunte el punto. Revelan que para ellos la batallita política está por encima de todo lo demás. ¿Por qué no se conforman con lo que ya ha dicho Leblanc, a saber, que la organización del Tour no tiene ninguna simpatía por Batasuna y repudia su política?
Hacen como si no se dieran cuenta de que, más allá de sus ganas de ponerle a Batasuna la enésima zancadilla, están los derechos no del euskara, sino de los ciudadanos y ciudadanas que hablan euskara a uno y otro lado de la muga. Se trata de una cuestión de derechos humanos.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (6 de julio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de enero de 2018.
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