Hay ya para estas alturas dos noticias inevitables de la Navidad. Una: el rey de España expresa sus buenos deseos para todos, aprovechando la ocasión para meter alguna morcilla política (que, como suelen hacer las malas morcillas, se repite durante horas y horas). La otra: la policía ha impedido que ETA realice un atentado en Madrid.
De lo del rey ya he dicho en años anteriores todo lo decible. No quisiera hacer lo mismo que él y repetirme. Me limitaré a subrayar la parte que retrata no al personaje, sino a la prensa española, que año tras año insiste en atribuirle unas ideas que él no ha producido -de hecho, él nunca produce nada, por definición- y que todo el mundo sabe que han sido cocinadas en la Moncloa y remitidas luego a la Zarzuela para que los politicastros de la Casa Real les den su visto bueno o hagan tal o cual retoque antes de que el caballerete salga por la tele leyéndolas. Es una pantomima ridícula que todos los medios -salvo EITB: otra tradición- hacen como que se toman en serio.
En cuanto a lo de ETA, no me queda sino manifestar la extrañeza que me produce la capacidad específicamente navideña de la policía española para pillar a los activistas según viajan camino de Madrid, sea en furgoneta (Calatayud), en coche (Collado Villalba) o en tren, como ayer.
Sé que las casualidades existen, por supuesto, pero hay algunas en las que me cuesta creer. Ésta es una.
El relato de los hechos realizado ayer por el ministro del ramo, que supongo trufado de mentiras -todos sabemos que el titular de Interior es un mentiroso compulsivo-, no incluyó un dato de primera importancia: no dijo cómo supo la policía dónde estaban esos dos militantes de ETA.
Hace meses, una persona a la que se suele considerar experta en los entresijos de ETA me dijo que tal vez una de las razones que expliquen la poca actividad de la organización en los últimos tiempos sea la sospecha de que tienen algún topo dentro. Me señaló declaraciones de altos mandos policiales franceses en las que insisten en que ETA cuenta con gente, con dinero y con armas suficientes para seguir actuando. Y me hizo ver que nadie les ha oído decir que estén en tregua, ni oficial ni tácita. ¿Entonces? ¿Cabe que les frene el convencimiento de que tienen un policía infiltrado, o de que alguno de los suyos está colaborando con la policía y pasándole información, por unas u otras razones?
Hombre: caber, lo que se dice caber, claro que cabe.
Sea como sea, me alegro de que ayer no estallara ninguna bomba en Madrid.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (25 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
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