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1998/06/24 07:00:00 GMT+2

Tontos y malvados

Viejísimo dilema ¿qué es peor afrontar: la maldad o la estupidez? Responden muchos que resulta preferible toparse con la maldad, porque no hay nadie que la ejerza las 24 horas del día. El malvado descansa a veces. El estúpido, en cambio, lo es a perpetuidad. Pero la opción es falsa. La maldad y la estupidez no son antagónicas. Del mismo modo que hay bellísimas personas que además son inteligentes, también hay malvados cretinos.

Lo que sí cabe debatir es qué conviene más, si enfrentarse a un enemigo inteligente o a un adversario torpe. Y eso no está tan claro. Porque el inteligente emplea tácticas más sutiles y venenosas, sin duda, pero también más previsibles (a condición, claro está, de que uno sea también pasablemente astuto). En cambio, el estúpido puede salirte por cualquier lado. Lo mismo hace una pifia de mucho cuidado, y entonces es un chollo. Pero lo mismo te monta una trampa mortal, sin ni siquiera darse cuenta.

Es parecido a lo que suele ocurrir cuando un novato se pone a jugar al póquer, que a menudo gana al experto. El jugador avezado no acierta a saber si el neófito apuesta sabiendo el valor real de las cartas que tiene en la mano: puede ir de farol involuntario, creyendo que los treses valen de reyes, como en el mus, o puede, por el contrario, haber confundido una escalera de color con otra normal.

En suma, que no es una elección fácil.

No sé por qué me vino esta reflexión anteayer a la cabeza, según estaba leyendo el auto de procesamiento de Javier Gómez de Liaño emitido por el juez del Supremo Joaquín Martín Canivell.

Madre de Dios, qué argumentación. Es un alumno de primero de Derecho el que escribe ese auto y de veras que le recomiendo vivísimamente que se dedique al cultivo de la patata temprana en el desierto de Gobi. Por su bien y por el de España, que diría Aznar. ¡Pero si llega a escribir que en el delito de prevaricación -que, como se sabe, es el que comete un juez cuando dicta una resolución injusta a sabiendas de que lo es- no importa la intención del juez! ¡Toma ya! Es como si pretendiera que en el delito de asesinato dé igual que haya o no haya muerto.

El auto es antológico. Su propia existencia lo es: hoy en día, desde que se instauró el procedimiento abreviado, sólo cabe dictar auto de procesamiento cuando el presunto delito está castigado con pena de reclusión superior a 9 años. El delito que Canivell le atribuye a Liaño ni siquiera lleva aparejada pena de cárcel. ¿Cómo justifica entonces su decisión de dictar auto de procesamiento, con los enormes perjuicios que eso acarrea al encausado? Pues muy fácil: apela al fuero del que goza Gómez de Liaño, en su condición de juez. ¡Genial: convertir un privilegio en desventaja!

Ya digo: nunca se sabe qué es peor, si caer en las manos de un incapaz o en las de un listo. Los listos suelen ser más prudentes.

Javier Ortiz. El Mundo (24 de junio de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de junio de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/06/24 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: justicia 1998 supremo el_mundo gómez_de_liaño | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

a javier gómez de liaño le parece bien la sentencia de estrasburgo contra la doctrina parot......

Escrito por: zamorano.2012/07/10 17:42:27.142000 GMT+2

a don javier borrego......¿no tanto?

Escrito por: orensano.2012/08/14 19:42:50.288000 GMT+2

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