Por una vez, mi buen amigo Gervasio Guzmán me ha ganado por la mano. Me telefoneó ayer enfadadísimo.
-Pero, ¿qué clase de burros estáis hechos? ¡Todos encantados porque un 52% dice que no cree a Felipe González! ¡Eso es filfa! Los datos cruciales son otros: ¡hay un 20% que le sigue creyendo y casi un 40% que no lo considera responsable de lo ocurrido!
Tengo que darle la razón.
Según cuelgo, me paro a pensar sobre ello.
Es cierto que la sucesión de los acontecimientos no tiene vuelta de hoja. Cuando Amedo y Domínguez fueron detenidos, González dijo que eran «funcionarios ejemplares» y afirmó que hay que defender al Estado «también en los desagües». Cuando el fiscal Ignacio Gordillo rehusó pedir la libertad provisional de los policías, el fiscal general del Estado -a la sazón Moscoso- lo apartó del caso y asumió él mismo la petición. Cuando el juez quiso averiguar el uso que Amedo y Domínguez habían hecho de los fondos reservados, el ministro Barrionuevo dio instrucciones a los funcionarios de Interior para que no colaboraran con la Justicia. En el juicio, todos los jefes de los dos policías los exculparon y, cuando éstos fueron condenados, dijeron que la sentencia era «injusta». Altos funcionarios de Interior acudían a la cárcel a verlos cada dos por tres. Intentaron sacar adelante su indulto y, cuando no lo lograron, tramitaron la concesión de los beneficios del tercer grado por la vía rápida. ¿Más? Pues más: las esposas de los dos reos acudían al despacho de Vera dos veces al mes; Amedo fue recibido por Eligio Hernández; aún hace nada, Barrionuevo volvió a decir que su condena fue injusta...
Pero ahora, cuando confiesan, son sólo «dos delincuentes» a los que no hay que creer, y las víctimas inocentes son los nuevos acusados.
Quien, a la vista de todo esto -y del mucho resto-, no deduzca que el Gobierno de González ha tratado de ocultar qué y quiénes fueron los GAL, y no infiera que si lo hace es porque tiene mucho que esconder, es que no sabe sumar dos y dos.
Admitamos que haya un cierto número de gente cuyo problema sea ése: analfabetismo político. Pero, ¿y todos ésos que sí saben lo que ha ocurrido, pero que no quieren sacar la conclusión lógica que se impone? El otro día escuché a alguien decir por la radio que cree a González «porque necesita creerle». Curioso: ¿por qué tendrá urgencia de que le mientan? ¿Se pensará que esto es Johnny Guitar?
Unos que no se enteran, otros que no quieren enterarse... Me da que el grupo más nutrido, de todos modos, lo forman los que saben que miente, pero no les importa. Les da igual que el «señor X» sea el jefe del Gobierno. Por lo que sea: porque su cocido depende de que González siga o porque quieren que mande alguien que se dice de izquierdas, aunque esté liado en unos asesinatillos sin importancia.
¿Tontos? ¿Cómplices? Bueno: no es imperioso escoger. Muchos tienen aspecto de ser ambas cosas.
Javier Ortiz. El Mundo (18 de enero de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de enero de 2011.
Comentar