El Ayuntamiento de Madrid es una joya. Tal el alcalde, tal la oposición. Parecen hechos el uno para la otra. Y viceversa.
He escuchado dos noticias sobre ellos que me han dejado en un singular estado, mezcla de incredulidad, indignación e hilaridad.
La primera es que el alcalde ha decidido, con motivo del Día Sin Coche, el próximo 22, prohibir la circulación por el centro de la capital entre 10 y 12 de la mañana. Quiere con ello "invitar a los vecinos a sumarse a ese día". ¡Invita prohibiendo! Qué tipo tan singular. Pero no me detengo en esa historia, porque pienso dedicarle mi columna de mañana en El Mundo (El Día Sin Sentido).
La otra noticia se refiere a una reclamación del Grupo Municipal PSOE-Progresistas (se llama así, lo siento). El tal grupo ha decidido solicitar que la violencia mal llamada doméstica sea tipificada como terrorismo. He escuchado a una concejala muy suelta que lo ha razonado: "La violencia de género es terrorismo porque atenta contra el principio democrático de la igualdad".
Qué empanada mental más espantosa.
Si los miembros y miembras de ese grupo municipal se tomaran el trabajo de consultar durante un ratito la Constitución y el Código Penal antes de hacer solemnes reclamaciones, se enterarían de que la primera característica definitoria del delito de terrorismo es que su autor o autores formen parte de una organización armada. ¿No hay organización armada? No hay terrorismo.
La tipificación legal del terrorismo incluye también otros requisitos que tampoco se cumplen en los casos de violencia de género, pero no vale la pena entrar en ellos: fallando el primero, los demás dan lo mismo.
¿A cuento de qué sale esta gente con semejante patochada? A cuento de que se ha convertido en una moda ampliar la calificación de terrorismo a cualquier cosa. Quemar un cajero automático está muy feo, pero no es necesariamente terrorismo. Apagar cigarrillos en los ojos de los bebés es una práctica censurable, pero tampoco es terrorismo. Hay la tira de actuaciones perversísimas que merecen castigo, incluso muy severo, pero no todas son terrorismo. Ni siquiera poner La Bomba en una verbena es terrorismo. Es un crimen contra la Humanidad, sin duda, pero no terrorismo.
Pasa lo mismo con lo del fascismo. La manía de moda es llamar "fascista" a todo lo autoritario y faltón. Pues no, señor. El fascismo es una ideología autoritaria, pero no todas las ideologías autoritarias son fascistas.
Corren malos tiempos para el rigor intelectual.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (12 de septiembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de marzo de 2017.
Comentar