Los convocantes de la manifestación prevista para hoy en San Sebastián afirman que les ha movido el deseo de unir «a todos los demócratas». De lo que deduzco que tienen claro que los miembros del PNV y EA no son demócratas. Porque han puesto como lema de la manifestación la defensa de la Constitución y del Estatuto y ellos saben bien que el PNV acata la Constitución, pero no la defiende. No lo ha hecho nunca. Ni siquiera cuando le prestó sus votos al PP para que gobernara Aznar.
¿Se pretendía convocar una manifestación que congregara a cuantos donostiarras están contra ETA? Pues tenían sencillísima la elección del lema: Contra ETA.
Se apela a la Constitución y al Estatuto como si fueran el rasero mínimo de la convivencia. Y no lo son. Muchos -incluso muchos no nacionalistas, como es mi caso- nos negamos a votar a favor de la Constitución de 1978, y seguimos fieles a nuestras reservas. Y no porque no seamos demócratas, sino por todo contrario.
La Constitución tiene muchas cosas buenas, pero otras que son inaceptables. Por ejemplo: otorga a las Fuerzas Armadas facultades para dirimir manu militari asuntos de política interna. Otro ejemplo: impone que la Jefatura del Estado se asigne a partir de unos derechos de cuna que no tienen nada que ver con la democracia. Incluso, tras haber proclamado la igualdad entre los sexos, otorga prevalencia al varón sobre la hembra en la sucesión de la Corona.
Son dos ejemplos. Puedo poner muchos otros. Así, la Constitución consagra un sistema electoral que no respeta en absoluto el principio «una persona, un voto» y adultera abusivamente la proporcionalidad para primar a los grandes partidos. ¿Más? Establece un modelo de organización territorial, híbrido de centralismo y autonomismo, que es un engendro, y que ha generado por lo menos tantos problemas como los que ha resuelto. ¿Más? Para qué. Si yo no pido a nadie que esté de acuerdo con mis críticas a la Constitución: sólo quiero que se entienda que cabe disentir de ella sin ser antidemócrata. Incluso en nombre de la democracia.
Lo mismo con el Estatuto. Por cierto que resulta chocante ver qué entusiasmo ponen ahora en la defensa del Estatuto Vasco dos partidos, como son el PSOE y el PP, que se las han ingeniado para que, más de dos décadas después de haber sido promulgado, siga sin cumplirse en su integridad. Cosas de la política, supongo.
El País Vasco es una comunidad dividida políticamente en dos mitades. Sus graves problemas no tendrán solución posible mientras los dirigentes de una y otra mitad se empeñen en defender políticas cuya finalidad esencial -si es que no exclusiva- es la de tocarse las narices mutuamente.
Javier Ortiz. El Mundo (23 de septiembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de octubre de 2010.
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