-Pero, ¿viste lo de ayer en Tele 5?
La gente que me rodea da por supuesto que yo veo la televisión. Y es verdad que la veo, pero de un modo muy especial. Veo películas, partidos de fútbol, documentales y, excepcionalmente, algún (des)informativo.
Según mis cálculos, debo de tener unos 300 canales disponibles, sumando los que me llegan a ras de suelo y los que me proporcionan las tres antenas parabólicas que hay instaladas en el tejado de mi casa.
Hago esfuerzos ímprobos por escapar de todo lo que me disgusta. No he visto jamás Operación Triunfo, ni El Gran Hermano, ni ninguno de los mil programas de cotilleo que pululan por las ondas. No he recalado nunca más de un minuto en ninguno de esos debates de presuntos famosos y especialistas del famoseo que se chillan sin parar en medio del regocijo popular. No sé ni siquiera quiénes son, ni por qué se supone que son famosos.
No es cuestión de aristocraticismo intelectual, sino de tragaderas. Me revuelven las tripas.
En mi televisor aparece un canal que me divierte particularmente. Es el que recoge lo que capta una cámara que está instalada en el portal de mi casa y que enfoca la calle.
Durante buena parte del día -y durante casi toda la noche- sólo muestra los cubos de la basura puestos en la acera.
Es tele-basura en estado puro.
Me encanta su sinceridad. ¿Quieres porquería? Pues ahí la tienes. Sin medias tintas.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (19 de noviembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.
Comentar