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1997/10/04 07:00:00 GMT+2

Técnicas

La lógica se ve cada vez más desbordada. Y yo -pobre racionalista- con ella.

Ejemplo que me tiene perplejo en las últimas horas: el Consejo General del Poder Judicial.

Veamos el caso por partes.

Parte uno: el pasado miércoles, varios miembros del CGPJ solicitan a su presidente que convoque una reunión extraordinaria y urgente del órgano en cuestión para tratar sobre unas declaraciones que Javier Gómez de Liaño ha realizado al programa La Mañana de la Cope.

Deducción elemental: han oído esas declaraciones y las consideran de tal gravedad que creen que hay que actuar sin perder ni un minuto.

Parte dos: el jueves se celebra la reunión y, oh sorpresa, el CGPJ decide por consenso, sin necesidad siquiera de someter el asunto a votación, que en las declaraciones de Gómez de Liaño no hay nada que obligue al Consejo a intervenir.

Ya digo que la culpa puede muy fácilmente ser mía, pero la verdad es que no entiendo ni papa. ¿Cómo se las arreglaron los escandalizados consejeros del miércoles para llegar a la reunión del jueves imbuidos de tan tolerante galbana?

Doy vueltas y más vueltas a la secuencia de sus actos. ¿Estarían de coña? Me parece poco probable: son demasiado adustos. ¿Tendrían mono de reuniones? Tampoco me encaja: su vocación laboral me da que no es candidata al Guinness. ¿Entonces?

Puesto a buscar una explicación a lo ocurrido -no puedo evitarlo: es mi vicio-, se me ocurre una. De ser correcta, no diría yo que deje muy bien a algunos miembros del Consejo. Pero, bueno, daré cuenta de ella de todos modos, así sea sólo para demostrar que todo, incluso lo aparentemente más absurdo, puede llegar a explicarse.

Pongamos que los consejeros que reclamaron la reunión urgente del CGPJ ya supieran que no iban a obtener nada de ella, porque tenían claro que Gómez de Liaño se había limitado a exponer una opinión, pero que forzaran la cosa nada más que para mantener al magistrado en el escenario del pimpampum, donde lo quieren quienes le tiran a dar un día sí y otro también.

Estaríamos en este caso ante una técnica de ataque parecida a la que me expuso hace años un viejo periodista. Decía: «Para acabar con el buen nombre de alguien no hace falta acusarlo de nada. Al contrario: cabe hacerlo negando que haya hecho... de todo. Un día titulas: Se desmiente que José Pérez figure en la red de proxenetismo desmantelada. Y al siguiente: José Pérez no fue detenido ayer por violación... Y cada día algo en ese plan. Y te aseguro que en pocas semanas todo pichichi estará convencido de que el tal Pérez es un crápula de tomo y lomo, sólo que muy listo, porque nadie consigue probarle nada».

Yo no sé si hay miembros del CGPJ que aplican esta técnica. Lo que sí sé es que ayer Gómez de Liaño recibió palos a mansalva a cuenta de la reunioncita vacua que ellos instigaron.

Al final no será sancionado ni por conspirar, ni por prevaricar, ni por nada. Pero le habrán destrozado. Y sus acusadores, tan campantes.

¿Que no? Al tiempo.

Javier Ortiz. El Mundo (4 de octubre de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de mayo de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1997/10/04 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: justicia cgpj el_mundo 1997 gómez_de_liaño | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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