Tengo por aquí encima desde el viernes un folio que da cuenta de unas curiosas declaraciones del secretario general del Tribunal Eclesiástico de Valencia, Manuel Checa.
No soy nada amigo de hacer burla de las circunstancias personales que la vida nos otorga a los humanos sin pedirnos permiso: la altura, la cantidad de pelo, los kilos... o el nombre y los apellidos. Pero tampoco creo que sea excesivamente malvado fijarse en las curiosas coincidencias que presentan a veces los nombres y los empleos de quienes los llevan. Así, por ejemplo, no parece fácil obviar que el presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA) se llame Pedro Barato Triguero. O que el responsable de no recuerdo qué puesto de los servicios de navegación aérea de Madrid se apellide Torrejón Barajas. Franco tuvo un ministro de Obras Públicas que se apellidaba Vigón.
Apellidarse Checa y dedicarse a tareas de represión, qué duda cabe, tiene lo suyo (*).
Pero lo de don Manuel no precisa de circunstancias involuntarias para resultar singular. Él se encarga de conseguirlo por méritos propios.
En las declaraciones a que me refiero, el juez eclesial empieza por lamentar lo crispado que está el debate sobre el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio. Decidido a corregir eso, insiste en la necesidad de apaciguar la polémica, abordarla «desde la paciencia y la serenidad», tratar el asunto «con la debida delicadeza» y descartar decididamente toda «violencia verbal». Tras de lo cual, el señor Checa procede a decir lo que piensa serenamente, apaciguadoramente, pacientemente y sin ninguna violencia verbal. Afirma que, según «muchos estudios» -que no mencionó, supongo que para no abrumarnos con su erudición--, «por lo menos la mitad» de los homosexuales sufren «ciertas desviaciones» y que los hijos de parejas separadas o divorciadas crecen con traumas.
Me deja perplejo -aparte de todo lo demás- la fantástica capacidad de don Manuel Checa para relacionar situaciones sin aparente nexo. ¿Qué carajo tendrá que ver el matrimonio entre parejas homosexuales, las presuntas «desviaciones» de «por lo menos la mitad» de los gays y lesbianas y los traumas de los hijos de parejas separadas? ¿Tratará de decirnos que, según esos estudios que él maneja, los hijos de parejas separadas tienden en general a desviarse (de lo que sea), por lo menos la mitad de ellos se vuelven homosexuales y finalmente se empeñan en casarse, provocando polémicas impacientes y crispadas?
El Tribunal Eclesiástico de Valencia ha publicado un comunicado en el que precisa que las declaraciones de su secretario general han sido hechas «a título personal». ¿Pretenden los miembros del Tribunal que nos creamos que su secretario general es un redomado carca «a título personal» pero que cuando sienta sus reales en la institución se imbuye automáticamente de un espíritu científico y abierto? Menuda gente. Tales para cual.
(*) Checa es un apellido normal y corriente, bastante típico de ciertas áreas mediterráneas. Pero es también el nombre por el que durante bastante tiempo fueron conocidos en España los establecimientos utilizados por la policía política para sus prácticas represivas. Nació de la suma de las iniciales (Ch. K.) de la Chrezvicháinais Komissia («Comisión Extraordinaria»), policía política de los primeros años de la URSS.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de mayo de 2017.
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