Vino a vernos ayer una vieja amiga. Estuvimos de plácida charla a la sombra, escuchando música y recordando otros tiempos. Otros 15 de agosto.
Es una fecha que no me cuesta evocar porque, durante muchos años, mi familia la utilizaba para unificar el santo y el cumpleaños de mi madre, festejándolos a la vez.
Hubo un tiempo en el que no participé en esas celebraciones. Primero porque estaba en el exilio. Luego, ya regresado, porque vivía lejos. Y, como además mantenía una relación bastante conflictiva con mi padre, prefería guardar la distancia.
Pero de otros 15 de agosto guardo recuerdos vivísimos. Bastantes de ellos en San Sebastián.
En los últimos años, nos acercábamos Charo y yo a Donosti a estar con mi madre. Aunque le pesaba el cuerpo y le costaba salir, se animaba, y nos íbamos a comer por ahí.
Hace dos años fuimos al monte Igueldo. Comimos en Akelarre –Pedro Subijana es lejano familiar nuestro, y el sitio donde tiene el restaurante es muy bonito– y luego nos acercamos al pequeño parque de atracciones de la cima, desde donde se ve una perfecta panorámica de la bahía.
Mamá estaba radiante. Y dicharachera. Nos contó cosas de su juventud.
Ya no celebramos más 15 de agosto. Murió cuatro meses después.
El sabio Horacio lo dejó escrito: «Carpe diem». «Aprovecha el día». Pero, para disfrutar el hoy, es necesario que el ayer deje el campo libre.
Alguien menos vitalista que Horacio realizó la reflexión contraria: se alcanza la vejez cuando los recuerdos ocupan más espacio que las expectativas.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (15 de agosto de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de octubre de 2017.
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