Hay diversos modos de hurtar el propio rostro a la vista de los demás.
Hay políticos que lo ocultan detrás de una tupida barba: eso es casi media capucha.
Imagínense ustedes que a Víctor Ríos o a Rodríguez Ibarra, por poner dos ejemplos, les diera un día por afeitarse. No los reconoceríamos.
Hay también alguna diputada que vaya usted a saber qué cara esconde detrás del centímetro y medio de maquillaje que lleva por delante. Si a la pintura facial se le une la evidencia de que su cabellera tampoco se corresponde con el original, ni por el color ni por la hechura, podemos afirmar sin miedo a errar que lo suyo equivale a una capucha entera. Ojos y boca incluidos.
Se trata de casos de ocultamiento del rostro por razones estéticas. Todo lo discutibles que se quiera, pero estéticas.
Los zapatistas no lo hacen por estética, sino por ética. Por ética política.
«¿Cómo te llamas?», preguntó Polifemo a Ulises. «Mi nombre es Nadie», respondió el héroe de Homero. «Pues a Nadie me comeré el primero», sentenció el monstruo.
Los dirigentes zapatistas no ocultan su rostro, para estas alturas, con pretensiones de clandestinidad. Ya no. Lo hacen exclusivamente para subrayar su deseo de ser Nadie. Es decir, Cualquiera. En los usos político-mediáticos actuales, se supone que a nadie interesa un don Nadie. Se exige que los líderes tengan rostro y lo cuiden, que tengan biografía y la exhiban (u oculten) a conveniencia, que lo cuenten todo sobre ellos, es decir, que mientan.
En cambio, alguien que es Nadie, alguien que no tiene nombre, carece de accidentes. Con él, con ella, eventualmente, sólo cabe hablar de lo que dice. Nada distrae de su discurso. Se convierte en portavoz, en el sentido más literal del término: traslada la voz de otros. No revela quién es porque tiene mucho interés en dejar claro que eso no importa.
Tratándose de 10 millones de indígenas, y de eso se trata, todos los rostros son su rostro. Y su rostro no es ninguno en concreto.
Las personas ciegas desarrollan más los otros sentidos para suplir lo que la vista no les da.
Eso es lo que buscan los zapatistas: que no les veamos. Para que desarrollemos más el resto de nuestros sentidos.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (1 de abril de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de abril de 2011.
Comentarios
Parece mentira que Javier lo escribiera hace diez años, cuando aún compraba El Mundo.
Es tan actual y real como la vida misma
Escrito por: Antonio Martí moral.2011/04/06 18:34:33.189000 GMT+2