Suele decirse que el éxito de Bruce Springsteen se basa en que tiene «el cuerpo del mejor Elvis y el cerebro del mejor Dylan». Nervio de rock e ideas de folk. Más cerca de Woody Guthrie, en todo caso, que de Bob Dylan.
Guthrie fue maestro en ese género que los norteamericanos llaman topical songs: canciones compuestas a partir de una noticia leída u oída en cualquier medio de comunicación. Su Deportee, sobre el accidente sufrido por un avión repleto de inmigrantes mexicanos que cayó en Los Gatos Canyon (California), es un clásico. Dylan también practicó el género. Suele mentarse su Hurricane, de 1975, pero mucho más fiel a las normas del género fue La muerte solitaria de Hattie Carroll, de 1963, en la que retrató el juicio celebrado por el asesinato de una empleada de la limpieza en un hotel de Baltimore. Su asesino convicto y confeso, miembro de la buena sociedad local, fue condenado... a seis meses de cárcel.
Springsteen ha retomado ese viejo género de crítica social en American Skin (41 Shots), canción en la que denuncia cómo cuatro policías del Bronx dispararon hasta 41 veces contra el emigrante guineano Amadou Diallo el 4 de febrero de 1999, cuando éste quiso sacar del bolsillo su documentación para identificarse ante ellos. Diallo, de 22 años, recibió 19 balazos y murió en el acto. Los policías alegaron en el juicio que pensaron que iba a echar mano de un arma. El jurado los absolvió y los dejó libres.
Las organizaciones policiales han montado en cólera contra el cantante. El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, conocido por su desinhibida defensa de los métodos policiales más expeditivos de cara al mantenimiento del orden, ha criticado al Boss por «tratar de dar la sensación de que los policías fueron culpables». Él y sus policías le acusan de «reabrir heridas que estaban cicatrizando». Supongo que no se referirán a las de Amadou Diallo: esas heridas ya no cicatrizarán jamás.
Son coincidencias que tiene la vida: mientras Rudolph Giuliani montaba en cólera contra la Piel Americana de Springsteen, un ministro europeo del Interior se llegaba a USA para aprender de la muy acreditada experiencia del alcalde neoyorquino en tanto que garante de la ley y el orden. Era Jaime Mayor Oreja.
También es mala suerte que un político siempre tan solidario con las víctimas de la violencia ciega como Mayor Oreja fuera a estar, justo en esos días, agasajando al encallecido adalid del «primero dispara y luego pregunta».
Confío en que al menos le haya convencido de que el haloperidol es más humanitario que el plomo.
Javier Ortiz. El Mundo (21 de junio de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de junio de 2012.
Comentarios
Muchas gracias por vuestro generoso esfuerzo.
Escrito por: Pedro.2012/07/01 10:59:35.830000 GMT+2
Escrito por: PWJO.2012/07/01 11:38:25.425000 GMT+2