Tengo amigos que hablan bien -comparativamente bien- de Hugo Chávez. Subrayan el valor de algunas de sus opciones internacionales, nada sumisas con respecto a los designios de Washington. Por mi parte, admito que no conozco lo suficientemente bien la realidad venezolana como para poder pronunciarme con el necesario fundamento. Sé de esas tomas de postura de Chávez, por supuesto, pero no me bastan para ponerme de su lado.
Conozco muy insuficientemente la realidad venezolana -ya digo- pero, a cambio, sé cómo funcionan los grandes medios informativos occidentales y no me cuesta demasiado interpretar lo que están propiciando. Doy por seguro que, si Chávez fuera uno de los suyos, nos estarían bombardeando con titulares que calificarían los últimos sucesos de «intentona golpista contra el legítimo presidente de Venezuela» y de «conspiración para violentar la voluntad del pueblo venezolano democráticamente expresada en las urnas». Pero, como están deseando el hundimiento de Chávez, optan por hablar de los sucesos con total asepsia, si es que no con abierta simpatía. Tal cual si la rebelión de los mandos de las Fuerzas Armadas y de la Gendarmería formaran parte de los usos y costumbres propios de todo Estado que se precie.
He estado viendo testimonios gráficos de la revuelta callejera de Caracas. El aspecto de los manifestantes no es precisamente el de masas desheredadas. Demasiada gente trajeada, demasiado jovencito pijo, demasiadas señoronas.
La imagen que reproduzco (*), extraída de un reportaje de la CNN, me parece que ilustra suficientemente sobre lo que señalo. ¿De qué se disculpa este mozuelo ante Bush? ¿A qué deberes para con el presidente de los EUA cree que ha faltado Chávez?
De algo estoy seguro: si al pueblo venezolano no le iba muy bien hasta ahora, con estos otros, en el caso de que se impongan, no le va a ir mejor. Ni mucho menos.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (12 de abril de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de abril de 2017.
* Lamentamos no poder ofreceros la imagen a la que Javier se refiere, pero no hemos conseguido recuperarla.
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