Gran preocupación: crece el número de italianos del norte que se apuntan a las tesis secesionistas de la Liga Norte. Reclaman la independencia de Padania, que es la denominación -inspirada en el nombre histórico de la vasta llanura del Po- que han elegido para el Estado que aspiran a formar con los territorios de arriba de la bota, desde la Umbria hasta los Alpes.
Mientras las tesis secesionistas de Umberto Bossi eran coreadas el pasado domingo por cincuenta mil fervorosos seguidores en Pontida, el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, proclamaba solemne ante el parlamento de Roma que Italia es «una e indivisible».
Ya veremos si es indivisible. A cambio, está claro que no es una.
Hay, al menos, dos Italias. Tal vez tres. La del norte posee una poderosa economía productiva. La del sur, por contra, es atrasada y pobre. Y luego está Roma, caso aparte. Los del norte se lamentan: alegan que les toca cargar casi en solitario con el pesado fardo del sur subsidiado y de la burocracia romana. Están hartos.
Una cosa es indudable: si la Padania constituyera un Estado independiente, no cabe duda de que entraría por la puerta grande en el club de los países ricos.
«¡Qué insolidarios!», dicen los demás italianos. «¡Qué banda de insolidarios!», corea la opinión pública de media Europa.
Me parece muy lógico que el independentismo padano repugne a los gobernantes de Roma y a quienes defienden la causa de la unidad italiana. Pero es pura hipocresía argumentar esa oposición apelando a la solidaridad de los ricos con los pobres.
¿Qué proponen los secesionistas padanos? Tan sólo aplicar las reglas que el Occidente desarrollado ha impuesto en todo el orbe. ¿Acaso el Norte rico no ha levantado un gran muro -mucho más que una frontera- para que ese enorme sur que llamamos Tercer Mundo no invada el espacio de su bienestar? ¿Con qué razón pueden criticar la actitud de los padanos quienes, como los que gobiernan en Roma, ni siquiera son capaces de ceder el 0,7% de su PIB para ayudar al desarrollo del Tercer Mundo?
El rechazo del independentismo padano no se apoya en ideales de solidaridad, sino en consideraciones nacionalistas. En efecto, sólo desde un criterio nacionalista italiano cabe defender a la vez: a) que Padania tiene el deber de compartir su riqueza con quienes habitan Lacio abajo; y b) que ese deber deja de ser exigible en cuanto se llega al cabo Passero, al sur de Sicilia.
Todos son nacionalistas. O, más exactamente, exclusivistas. Todos defienden de modo insolidario el espacio con el que se identifican. La Unión Europea es exclusivista con respecto a los pobres de Africa y del Este. El norte de Europa lo es con el sur. Los EEUU lo son con América Latina. El Gobierno de Roma tampoco se libra: para él, Italia está por encima de todo. Bossi actúa igual desde el espacio que siente como suyo: Padania.
Todos los ricos son Bossi.
Javier Ortiz. El Mundo (5 de junio de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de junio de 2012.
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