El último disco de Sinéad O'Connor, Am I Not Your Girl?, sorprenderá radicalmente a sus adictos por la selección de canciones que incluye y por el modo en que las interpreta. Conocidas sus producciones anteriores, innovadoras y personalísimas, nadie podía esperar que Sinéad O'Connor saliera ahora con un puñado de piezas supercomerciales de los años 60 y 70, cantadas en su día por intérpretes tales como Petula Clark, Doris Day, Marylin Monroe o Loretta Lynn, y menos todavía que las fuera a acoger y devolver sin apenas alterar el estilo de las versiones originales.
Ha sido, desde luego, un arriesgado ejercicio de libertad.
Si hace quince días hubiera debido escribir sobre las fuentes de inspiración de Sinéad O'Connor, habría mencionado sin duda el folk irlandés; me habría referido a ese patriarca de la música irlandesa que es Christy Moore, que tanto ha ayudado a la formación de Sinéad –como a la de Enya, Mary Black y tantas y tantos otros–; habría citado algunos nombres del mejor rock y del mejor pop... Reconozco que, por muchas vueltas que le hubiera dado al asunto, jamás se me habría ocurrido referirme a Doris Day.
Y, sin embargo, lo que ella alega no sólo es lógico, sino que nos ha ocurrido a todos. Cuenta que, cuando era niña, oía las canciones que ponían por la radio, muchas de ellas «standars» –tipo Don't Cry For Me Argentina–, y que algunos de estos temas no solamente le gustaban mucho, sino que fueron decisivos en su determinación de dedicarse a componer y a cantar. Tomó luego vías muy alejadas de las de ese género de música, pero ahora ha querido volver su mirada al pasado –a su propio pasado– y rendir a aquellas canciones el homenaje de este disco. Un homenaje que, puesto a ser respetuoso, lo es hasta en los arreglos (sólo traiciona esa determinación en Scarlett Ribbon, clásico del «country» al que devuelve sus raíces irlandesas).
Nadie puede negarle el derecho a hacerlo. Y es poco probable que haya quien ponga en duda lo bien que lo ha hecho: su voz, espléndida, convierte cada una de sus interpretaciones en una pequeña maravilla. No podrá evitar O'Connor, sin embargo, que más de uno abrigue la sospecha de que este homenaje no sea sino una argucia para ocultar la ausencia de nuevas ideas, originales, con las que desarrollar una discografía aún muy escasa. Y también habrá quien sostenga, con toda la razón, que ella está tan en su derecho de cantar esas canciones como el público en su derecho de considerarlas pura polilla, y negarse a escucharlas.
Por fortuna para Sinéad O'Connor, hay muchos fieles. admiradores de su voz y su talante que, de la misma manera que no tendrían ninguna duda a la hora de contestar a la pregunta que da nombre al disco («iQué más quisiera yo!»), estarán siempre dispuestos a acudir a cualquier cita con ella... incluso aunque les cante estas cosas.
Javier Ortiz. El Mundo (15 de septiembre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de enero de 2018.
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