Ana Botella asegura que no tiene problemas de conciencia. Y así será, puesto que así lo afirma. De hecho a mí no me constaba que tuviera conciencia, de modo que malamente podría discutirle ese extremo.
Ángel Acebes, ministro del Interior de Aznar, tampoco sufre problemas de conciencia. Está convencido de que la actuación de los policías antidisturbios en las manifestaciones de Madrid está siendo perfecta. No le consta que sus subordinados hayan cometido brutalidades. ¿Que hay escenas espeluznantes grabadas en vídeo que ha visto ya media España? A él no le consta, y ya está. ¿Con qué autoridad podríamos discutirle los demás lo que le consta y lo que no? Cabría plantear qué clase de ministro del Interior -del Interior de Aznar, insisto- es un señor que no se entera ni siquiera de aquello que ha visto ya todo el que ha querido. Pero ésa es harina de otro costal. Él no ha dicho que sea perspicaz, ni que esté bien informado, ni que tenga conciencia democrática, ni siquiera que vea lo que sale en la tele. Él se ha limitado a asegurar que no tiene problemas de conciencia. Como Ana Botella.
Javier Arenas, al que Aznar tiene de secretario general -o de secretario, en general-, carece también de problemas de conciencia, como Botella y Acebes. Es posible que el truco de Arenas consista en que jamás mira de frente ni a nadie ni a nada. Te está hablando, tú le sigues la mirada y, fiándote de su rastro, deduces que se está dirigiendo a alguien que anda por allá lejos, detrás de ti. Pero qué va. Para mí que saca incesante partido del dicho: «Ojos que no ven, corazón que no siente». En todo caso, ha afirmado que los actos de violencia vividos durante las manifestaciones de los últimos días -los de los manifestantes, no los de la policía- estaban planificados por el PSOE e IU, en comandita. Y, cuando le han exigido que lo pruebe, se ha puesto huidizo, a imitación de su mirada, y ha dicho que era una acusación «política». O sea, de su libre invención.
De todos modos, y puestos a buscar el récord aznariano en materia de conciencia laxa, habrá que admitir que quien se lleva la palma es la ministra de Exteriores, Ana Palacio, quien el pasado domingo tuvo los santos bemoles de reprochar a la opinión pública española que muestre tantos remilgos frente a la guerra, en vez de tomar buena nota de lo estupenda que está yendo la Bolsa y de cómo baja el precio del petróleo. Bien es verdad que, tratándose de Ana Palacio, quizá la duda esté en si catalogar lo suyo como tranquilidad de conciencia o como pura y simple inconsciencia.
En cualquier caso, y a la vista del abotargamiento emocional que muestran quienes trabajan en la sede central del Gobierno español, va siendo hora de plantearlo claramente: ¿para cuándo los controles antidoping a la salida de La Moncloa?
----------------
Estadísticas.- El día de ayer volvió a marcar un nuevo récord de visitas a esta página web: 1.157, según constató el contador independiente Nedstat (al que estoy acogido en su modalidad gratuita, lo que hace más fiable sus estadísticas). Mi agradecimiento al número cada vez mayor de personas que, a lo largo y ancho del mundo, se interesan día a día por mis reflexiones.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (25 de marzo de 2003) y El Mundo (26 de marzo de 2003), salvo la nota, la cual se publicó únicamente en el Diario. Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de marzo de 2017.
Comentar