Me lo contaba hace años un viejo conocido, propietario de una agencia de detectives: «Cuando viene a verme alguien y me pide que vigile a su cónyuge porque sospecha que le pone los cuernos, siempre le digo lo mismo: ¿Quiere saber si le engaña? Yo le respondo a eso, y además gratis: sí; le engaña. Ahora, si quiere saber con quién, cuándo, dónde... entonces tendré que cobrarle».
Y es que, cuando un marido o una esposa empieza a sospechar de su pareja, es que ya todo está más claro que el agua, y lo sabe todo el mundo, menos él o ella. Jamás he hecho una sola investigación por presunta infidelidad matrimonial que no haya dado un resultado positivo».
Seguro que tenía razón. A fin de cuentas, sólo encontramos lo que buscamos.
Sólo nos enteramos de lo que queremos saber.
Ahora, la mayoría de la población estupenda, conmovedora y biempensante mayoría no quiere saber lo que está ocurriendo.
Tiene datos para enterarse. Son datos que no están en las primeras páginas de los periódicos faltaría más pero están. En la página 12, en la 24 o en la 63.
Todos los periódicos han contado que, según informes de los organismos especializados de la ONU, o cesan de inmediato los bombardeos sobre Afganistán para que puedan ponerse en marcha las redes de abastecimiento, o el próximo invierno será fatídico para medio millón de afganos, empezando por los más débiles: la gente mayor, las mujeres y las criaturas.
Mañana, si ello llega a suceder ojalá no, es decir, quiera Alá que no, mi querida, mi caritativa, mi humanitaria mayoría exclamará: «¡Qué horror! ¡Si hubiésemos sabido...!».
Lo mismo que pretextaron cientos de miles, millones de alemanes y más de un español cuando vieron las imágenes de los campos de exterminio nazi. Cuando ya no tuvieron más remedio que verlas.
Ellos tampoco habían sabido. Porque no quisieron saber.
En estos momentos hay demasiada gente que tampoco quiere saber. Pero los datos están ahí, disponibles para quien quiera leerlos. En la página 12, en la 24 o en la 63. Escondiditos. Con titulares mucho más pequeños que los que hablan del ántrax, desde luego. A escala, porque tampoco es cosa de hablar de los afganos como si fueran iguales en derechos y en dignidad a los estadounidenses.
Pero están.
No sé si ha quedado claro: estoy hablando de la vida de medio millón de personas. Cien mil arriba, cien mil abajo. No de 6.000. De medio millón.
Allá ustedes y su muy europeo y occidental silencio. Pero no me vengan dentro de un año con el rollo de que no sabían nada.
Javier Ortiz. El Mundo (20 de octubre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de octubre de 2011.
Comentarios
Egun on,
Mi comentario no tiene nada que ver con el post de hoy. Pero el caso es que llevo días leyendo (compulsivamente) periódicos, blogs, artículos, etc, sobre lo que está pasando en Euskadi (desde Bruselas poco más se puede hacer para intentar “acercarse” a cómo se está viviendo el tema), y me he acordado mucho de JOR.
Me he preguntado cómo habría analizado lo que está pasando, qué nuevas interpretaciones nos hubiera hecho ver (está claro que cada cual tiene su opinión, somos tod@s mayorcit@s y no necesitamos que nadie nos ayude a pensar, pero JOR tenía la rara virtud de “dar una vuelta de tuerca más” y hacerme descubrir nuevas ópticas –con las que a veces estaba de acuerdo, a veces no, pero eso no es lo importante- a temas que parecían “muy mascados”).
El caso es que –como supongo que más de un@ en la comunidad JORiense, ex-pateranos y demás- estos días le he echado de menos particularmente. Me intriga saber si las noticias –o al menos parte de ellas- hubieran conseguido -¡por fin!- arrancar, aunque fuera a regañadientes, dos líneas de optimismo a nuestro querido y lúcido “eternamente resentido”.
No quiero ponerme excesivamente trascendental, pero me imagino que si esto se acaba, si estamos ante lo que Iturri llama “Amaieta”, si finalmente esta parte del problema vasco (o este “uno de los problemas vascos”, como acertadamente lo llamaba él) al que tantas líneas, tantas horas de reflexión, tanta preocupación dedicó JOR se resuelve al fin, en Jamaica habrá un barbudo que esbozará una sonrisa, cambiará un momento el disco de Emmylou Harris y pondrá –es un ejemplo- aquella canción que narra los tiempos en que la realidad de “Eguneroko bizitza ikatza bezelako labexomorroak ixurtzen hasi zenean etengabe” pasan al fin a ser un radiante, alegre, casi infantil momento de entusiasmo en el que “gu libro gabiltza kaleetan tirantezko galtza laranjaz jantzirik, libro libro.” Con pantalones naranjas de tirantes, y cinco metros por encima del suelo, del peso que nos quitamos de encima, como dijo Atxaga en ‘La pelota vasca’.
Y acto seguido nos recordará que vale, que una botella de champagne para la ocasión, pero que no nos eternicemos, que quedan aun miles de temas (en el mundo y en su –nuestra- querida tierra) por los que preocuparse, y no es cuestión de despistarse.
JOR se merecía escribir una columna sobre el tema (aunque sólo fuera para compensar las de otr@s individu@s que están escupiendo insensateces). Mekaguen…
En fin, que sólo quería compartirlo. Un abrazo a tod@s
Escrito por: Andoni.2011/10/19 10:53:23.617000 GMT+2
Escrito por: xosé.2011/10/19 15:37:32.135000 GMT+2
Escrito por: Ane.2011/10/19 17:03:23.656000 GMT+2
Yo creo que, como bien dices, sin dejar de preocuparse por todo lo demás, los gruñidos de Javier serían ahora mismo más optimistas o menos pesimistas, según se mire.
Ane, tomo nota de lo de Larrun, tendremos que preparar unas gildas para la ocasión.
Escrito por: Marieta.2011/10/19 18:41:6.607000 GMT+2
Hoy es un día cargado de futuro, me hubiera gustado que el compartiese este momento.
Escrito por: Outro Xosé.2011/10/20 22:36:0.938000 GMT+2
Escrito por: Txema.2011/10/24 13:23:17.447000 GMT+2