El obispo Setién ha dicho que hay que hablar con ETA aunque persista en su actividad violenta.
Gran escándalo.
Yo creo que el obispo de San Sebastián -que es mi pueblo- se ha expresado mal. Lo que supongo que en realidad pretendía decir -si es que le entiendo, y creo que le entiendo- es que se debe hablar con ETA, pero no aunque continúe matando, sino precisamente porque continúa matando.
Claro que, de haberlo expresado así, le habrían sacado la piel a tiras. Es tal la inquina que alguna gente siente hacia José María Setién que, si un día se le ocurriera decir que se lo pasó bien viendo La guerra de las galaxias, no faltaría quien le acusara de complacencia criminal con los violentos.
«¡No hay nada que hablar con ETA mientras continúe matando!», claman algunos. Como frase queda rotunda, pero carece de sentido real. Los partidarios del Pacto de Ajuria Enea pretenden -dicen- «el final negociado de la violencia». ¿Y cómo piensan llegar a él? ¿Cree alguien que se puede iniciar una negociación sin haber tenido ningún contacto previo?
Setién propone hablar con ETA. ¿Para qué? En primer lugar -y lógicamente-, para obtener una tregua, que prepare el escenario de una auténtica negociación.
¿Es eso razonable? Cien por cien. Cien por cien -quiero decir- siempre que se maneje la hipótesis de la negociación de modo sincero, y no como simple recurso retórico.
Los contactos -o las «tomas de temperatura», o lo que sean: me es indiferente el nombre- tienen necesariamente que ser previos al cese de la violencia. Mientras no vea nada en el horizonte que le mueva a cambiar de rumbo, ETA mantendrá el mismo.
No es asunto de compleja teoría política, sino de mero sentido común. Imaginemos que varios hombres armados secuestran un avión lleno de pasajeros y dicen que no los soltarán hasta que algunos compañeros suyos que están en la cárcel sean liberados. ¿Alguien cree que sería buena idea contestarles: «Primero dejad salir a los rehenes y luego negociaremos»? Se supone que los secuestradores son gente desalmada, pero no necesariamente imbécil. Nunca aceptarían el trato.
ETA tampoco.
Otra cosa es si examinamos la propuesta de diálogo de Setién en cuanto a su viabilidad práctica. De juzgar la posición de ETA por lo que dicen sus comunicados, habría que concluir que hoy por hoy no existe apenas margen para una eventual negociación. Por decirlo crudamente: ETA pide muchísimo más de lo que ofrece. Sus exigencias políticas superan de muy lejos no ya las posibilidades sino, sobre todo, las necesidades del Estado.
Pero estoy refiriéndome a lo que ETA proclama públicamente. Y no todo en esta vida sucede en la superficie.
El obispo Setién sabe que, para que un día acaben dando fruto, los árboles han de echar antes raíces.
Algunos le ven regar la tierra, y no entienden a qué se dedica.
Pero otros sí sabemos qué hace.
Javier Ortiz. El Mundo (5 de noviembre de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de noviembre de 2012.
Comentar