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2006/06/29 07:00:00 GMT+2

Ser y no ser hombre

Oyente tan compulsivo como crítico de los noticiarios radiofónicos, me ha entrado con los años la manía de discutir casi todo lo que cuentan, ya se trate de declaraciones de personajes públicos, ya provenga de los propios periodistas que los redactan (o improvisan, que de todo hay).

Antes polemizaba sólo con la parte noticiosa de los informativos. Ahora, desde que los diarios hablados incluyen más y más publicidad, he optado por ampliar yo también la gama de mis objetivos críticos, incluyendo los mensajes comerciales. Tampoco hay tanta distancia entre la propaganda política y la publicidad.

En ésas estaba ayer, ejerciendo mi cotidiana labor de vigía ideológico-radiofónico, deambulando entre el juzgado que va a dejar Grande-Marlaska y el ayuntamiento que dejó Jesús Gil y Gil, cuando mi atención se detuvo en una publicidad que me resultó digna de reflexión. Se trataba de un anuncio contra la violencia de género suscrito por el Instituto de la Mujer.

Lo que me llamó la atención no fue el cuerpo del anuncio, destinado a denunciar que la violencia contra las mujeres suele empezar por agresiones de apariencia menor, pero que o se corta con ellas por lo sano o se les allana el camino que puede acabar en el hospital o en el tanatorio (cosa que no puede ser más cierta), sino la frase con la que se clausuraba el mensaje: «¿Alguna vez te has preguntado cuándo un hombre deja de ser hombre?».

Pretendiendo combatir las expresiones más extremas del machismo dominante, el anuncio hace propaganda del tópico esencialista según el cual ser hombre equivale a ser bueno, pacífico, generoso y estupendo. Y vaya que no. Un hombre que pega a una mujer no es un no hombre; es, lisa y llanamente, un hombre que pega a una mujer. En rigor, examinado a lo largo de su devenir histórico, el hombre –y cuando hablo del hombre no incluyo en este caso a la mujer– ha demostrado sobradamente su recurrente tendencia a tratar de imponerse mediante la violencia tanto a los de su propia especie como a la naturaleza en general. Un hombre que agrede no deja de ser hombre. ¿Podría decirse que más bien al contrario? Por qué no.

No se trata de ningún puntillismo conceptual, ni mucho menos. Porque, planteadas las cosas al modo del anuncio en cuestión, tal parece que el objetivo sea que el hombre se reconcilie con su verdadero ser, esencialmente positivo, cuando lo que estamos proponiendo es, en realidad, su progresivo distanciamiento de las más hondas pulsiones del animal masculino, una reconducción de sus tendencias naturales, con la sana intención de transformarlo en un ser civilizado.

Vistas así las cosas, cabría permitirse la humorada de contestar a la pregunta del anuncio («¿Alguna vez te has preguntado cuándo un hombre deja de ser hombre?») diciendo: «Cuando se admite como un igual entre iguales».

Javier Ortiz. El Mundo (29 de junio de 2006).

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2006/06/29 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: publicidad violencia periodismo violencia_de_género 2006 radio el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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