Grandes manifestaciones en Suecia durante la Cumbre de la Unión Europea. Los manifestantes querían hacer oír su protesta contra la globalización. Y a fe que lo consiguieron.
La primera manifestación fue reprimida duramente por la policía, lo que dio origen a gravísimos incidentes, con choques violentos y destrozos sin cuento. En la segunda, las fuerzas antidisturbios suecas se reprimieron ellas, en lugar de reprimir a los manifestantes, con lo que consiguieron cumplir mucho mejor su función antidisturbios.
A la vista de lo ocurrido en Suecia, a Aznar se le ha encendido una lucecita: algo así, o aún mayor, podría ocurrir en España durante las Cumbres que han de celebrarse durante la Presidencia española de la UE.
Aznar no es persona que se ande con chiquitas, así que ha empezado a rumiar una astuta táctica para conjurar ese peligro: planea cerrar las fronteras de España cuando se acerquen las fechas de esas reuniones.
Aznar da por hecho que las manifestaciones de ese estilo siempre las hacen los extranjeros. Debe de recordar lo que alegaron las autoridades austriacas: «Viena se ha llenado de agitadores extranjeros». Ha deducido que los malos son los extranjeros, y por eso quiere sellar las fronteras españolas. No ha reparado en que buena parte de los extranjeros que hubo en las manifestaciones de Viena eran españoles, porque los españoles en Viena son extranjeros, pero aquí no.
Para desgracia de Aznar, algunos pensamos que esa idea es contraria al precepto constitucional que garantiza la libre circulación de las personas. En vista de lo cual, hemos acordado que, si él cierra las fronteras, todos cuantos conocemos pasos fronterizos practicables, sea por el Pirineo sea por Portugal, nos coordinaremos para montar una buena tanda de excursiones de entrada.
Yo me conozco no menos de tres pasos de primera, y la verdad es que no me vendría nada mal hacer un poco de montaña.
Me comprometo a pillar a una treintena de extranjeros rechazados por Aznar y dirigir sus pasos desde Francia hasta nuestro territorio. Doy por hecho que, de aquí a las fechas previstas, no sería nada difícil montar una ONG -propongo llamarla Pasadores de Fronteras Sin Fronteras- que ayudara a burlar el cierre fronterizo de Aznar y a plantar en España a unos cuantos miles de militantes antiglobalización. O, en el peor de los casos, a armar un bochinche de mucho cuidado, con cientos de detenidos por las cumbres de los Pirineos.
Seguro que eso mejora mucho la imagen internacional de España. Y los ingresos por turismo.
Javier Ortiz. El Mundo (23 de junio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de junio de 2013.
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