No conduce a nada empeñarse en tratar de manera racional lo que es esencialmente irracional.
Hace unos días pretendí en una tertulia radiofónica rebajar la importancia de la polémica sobre las selecciones deportivas argumentando que no representan a los países, sino a las federaciones que encuadran a los deportistas. Que, por ejemplo, la llamada «Selección Española» no va a ir ahora a Portugal en nombre de «España», sino de la Federación Española de Fútbol, que es una entidad de tipo privado.
Logré la unanimidad: nadie me hizo ni caso.
Lo cual quiere decir que no tenía razón. Porque poco importa lo que las selecciones sean o dejen de ser en rigor -en rigor jurídico-, si el personal las ve como abanderadas de los países.
Según he podido comprobar, las actitudes hacia la Selección Española de Fútbol que cabe encontrar por estos pagos se agrupan en tres géneros básicos. El primero lo forman aquellos que desean -con más o menos fervor, con más o menos flema- que los chicos de Iñaki Sáez venzan en los partidos que jueguen. El segundo género lo integran aquellas personas a las que el asunto les trae sin cuidado, porque el fútbol no les interesa. Y el tercero, el de quienes desean -también con más o menos pasión- que la Selección pierda.
Este último grupo admite subdivisiones. Hay quienes desean que salga derrotada porque, siendo nacionalistas catalanes, vascos, gallegos o de donde sea, consideran «la España común» como una imposición, con lo cual disfrutan de sus derrotas (por delegación, como quien dice). Y los hay que, temerosos de todos los fervores nacionales, prefieren que pierda para no verse en el trance de soportar la explosión de nacionalismo español que se produciría en el caso de que venciera (*).
Los futboleros nacionalistas periféricos reclaman el derecho a tener sus propias selecciones de fútbol. Pero Madrid no les deja. Tampoco el Madrid de Zapatero y sus Rubalcabas. Y no les deja porque, se vista la mona con la seda que le venga en gana, sigue siendo mona: esa gente no está dispuesta a renunciar a una España Una, así la tenga que lograr a capones.
Algunos tratan de disfrazarlo. Los unos dicen que prefieren que «España» mantenga una única selección nacional «no por nada, sino para contar con un equipo más competitivo». ¡Y pretenden que ése no es un punto de vista nacionalista español! Para dejarlos en evidencia basta con preguntarles frente a quién desean ser más competitivos, y por qué no defienden, conforme a ese mismo criterio, que exista una Selección Latina, que agrupe a Italia, Francia, Portugal y España -y a Rumania, si se tercia- para acudir con todavía más fuerza a las competiciones continentales, y por qué no exigen que a los Campeonatos del Mundo se presente una Selección Europea, que para eso tenemos una Unión.
También tienen su punto los que dicen que ellos no tendrían «mayor inconveniente» en que hubiera selecciones nacionales de Cataluña, Euskadi y Galicia, pero que eso, al menos en el caso del fútbol, «no es posible», porque no podrían competir en los mismos campeonatos en los que ya compite España. Y lo ilustran con su ejemplo favorito: a los campeonatos internacionales de fútbol acuden Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda del Norte porque no acude ninguna selección que represente a la totalidad del Reino Unido. Es una excusa tonta, porque a las competiciones internacionales de fútbol también acude la Selección de las Islas Feroe, cuyos habitantes decidieron en 1948 constituirse en «comunidad autónoma dentro del Reino de Dinamarca», y en ésas siguen, y su presencia no quita para que en los mismos campeonatos participe también Dinamarca como tal. Para resolver ese problema, bastaría con hacer como están haciendo en estos momentos los futbolistas de Navarra: el que quiere (y es seleccionado) participa en la Selección de Euskadi, y el que prefiere optar por la Selección de Navarra, para Navarra se queda. Podría haber una Selección de España que integrara a los futbolistas que prefirieran competir en ese ámbito, y selecciones autónomas formadas con los jugadores que optaran por defender los colores de su comunidad y sólo ésos. Lo cual, dicho sea de paso, plantearía una situación que valdría la pena: a ver cómo se las arreglaría para salvar la cara más de un pesetero (perdón, eurotero).
O sea, que en el fondo nadie está hablando de fútbol, sino de lo de siempre. Salvo el PSOE, que prefiere hacer como que no habla de nada.
(*) Esto último es más bien una deducción, porque la Selección Española de Fútbol no ha logrado nunca vencer en ningún campeonato internacional, excepción hecha de la victoria en los Juegos Olímpicos de Barcelona, que prácticamente no cuenta, porque es un trofeo muy menor, que apenas goza de prestigio en la afición intercontinental. Con lo que no sabemos la que podría montarse en el supuesto de que obtuviera un Campeonato de Europa, y no digamos Mundial. Cabe imaginarlo, eso sí.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.
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