Parece ya tradición: cada tanto, el tema de una posible escisión y disolución de Coordinación Democrática salta al primer plano de la actualidad.
No faltan interesados en ello. De un lado, un Gobierno que (¿cómo reporchárselo?) preferiría tener enfrente una oposición agrupada conforme a otros esquemas, de los que la izquierda revolucionaria quedara excluida y, en consecuencia, incapaz de influir a la hora de los contactos al máximo nivel. De otro lado, ciertos sectores de la propia oposición, pero ajenos a Coordinación, que verían en el rompimiento de tal organismo la ocasión de materializar una alianza con una parte de sus componentes, dejando en la cuneta a otros cuya presencia les resulta -al parecer- especialmente incómoda.
Naturalmente que hay hechos que llevan a aquéllos y a éstos a pensar que no son los suyos sueños vanos. Cierto que Coordinación viene atravesando por sucesivos momentos críticos, que han puesto incluso a veces en peligro su misma existencia. Así ocurrió cuando algunos partidos creímos percibir en el organismo unitario una escasa energía en la defensa de nuestros primeros cuatro encarcelados (Camacho, Trevijano, Dorronsoro y Aguado). O cuando se manifestó una apreciable debilidad ante la política agresiva que encarnaba Manuel Fraga. O cuando pareció que determinados partidos no acababan de resistirse a los cantos de sirena de la nueva Ley de Asociación Política. O, en fin, más recientemente, tras la aparición de los documentos llamados "de los 32", documentos que se han realizado sobre la base de una deliberada y explícita exclusión de algunas fuerzas políticas (incorrectamente identificadas con la corriente de izquierda revolucionaria).
Me permito pensar, no obstante, que Coordinación Democrática, sin dejar de zarandearse de vez en cuando por temporales de una u otra naturaleza, va a seguir quilla arriba, contra viento y marea, aún por tiempo.
Desde luego que a ello contribuirá la labor de aquellas fuerzas -entre las que el MC se encuentra-, cuyos intereses coinciden con los de la existencia y el programa de Coordinación. Empero, tiendo a pensar que la unidad del organismo se mantendría aun y cuando hubiera organizaciones cuyos intereses pudieran diferenciarse de éstos. No hablo, pues, de la pervivencia de la unidad en función de ninguna pía esperanza en la lealtad de unos u otros hacia los compromisos adquiridos. Hoy por hoy, mi confianza se basa más bien en el convencimiento de que la unidad se va a mantener, sencilla y fundamentalmente, porque nadie puede romperla.
Entiendo que, para que Coordinación pudiera romperse, deberían cumplirse tres condicoines: tres condiciones que, vistas desde la atalaya de la Comisión Ejecutiva del propio organismo unitario, parecen de difícil concurso. Me voy a permitir enumerarlas una a una con un mínimo de detalle.
-Haría falta, en primer lugar, que las que (impropiamente) son llamadas "grandes fuerzas políticas" pudieran prescindir, para la necesaria alianza actual entre ellas, de la presencia de las demás fuerzas: izquierda revolucionaria, demócratas independientes, izquierda social-demócrata... Hay muchas y muy variadas razones para pensar que no ha llegado aún el día en que puedan hacer tal cosa, en el hipotético caso de que lo desearan.
-Haría falta, en segundo lugar, que cesara o disminuyera cualitativamente la presión popular en favor de la unidad. Es sintomático que los momentos de más sólida cohesión interna que ha vivido Coordinación hayan venido siempre precedidos por una agudización de la acción unitaria de las masas en la calle. Sobre la base presumible de que esa acción va a agudizarse una vez doblado el cabo del verano, parece poco probable que el rompimiento de Coordinación fuera tolerado por la opinión popular y, muy particularmente, por las bases militantes de los respectivos partidos.
-Haría falta, en tercer lugar, que el poder apareciera capaz de asegurar una perspectiva política mínimamente segura, afirmada en unos compromisos firmes y creíbles, capaces de llevar a las antes aludidas "grandes fuerzas políticas" a la conclusión de que esa alianza para la ruptura democrática que es Coordinación no tiene ya la suficiente vigencia. Mi consideración de las posiblidades objetivas del actual Gobierno me hace descartar también esto. Creo al Gobierno capaz de hacer gestos -más o menos aislados, más o menos incoherentes-, pero no le veo ni los apoyos ni la representatividad necesarios como para poder poner en marcha todo un plan general de esa naturaleza.
La política no es una ciencia exacta, pero me parece lícito concluir que, en tanto estas condiciones no se reúnan, Coordinación Democrática va a seguir siendo un punto de encuentro obligado para las fuerzas de la oposición democrática. Lo que ya es, de por sí, una gran cosa para quienes creemos que la ruptura democrática es, además de difícilmente evitable, conveniente.
Pero no nos vamos a conformar con que el organismo perviva, de una manera en cierto modo vegetativa. Vamos a poner todo nuestro empeño en darle más y más solidez, en aumentar su capacidad operativa, en extender su influencia... Ello es posible y necesario.
Qué duda cabe de que, si las cosas se desarrollan efectivamente así, no harán las delicias de los enemigos de Coordinación. De los abiertos y de los camuflados. De los que apenas ocultan su satisfacción al anunciar una y otra vez inminentes escisiones, una y otra vez desmentidas por los hechos. Por el bien de la democracia, por el bien de nuestros pueblos, ¡ojalá se sigan equivocando por mucho tiempo!
Javier Ortiz. Firma como "miembro de la dirección del Movimiento Comunista (MC). Forma parte de la Comisión Ejecutiva de Coordinación Democrática". Cuadernos para el Diálogo. 4 de septiembre de 1976. Subido a "Desde Jamaica" el 19 de septiembre de 2018.
Hay una entradilla a este artículo y a otro de Juan García-Barbón que dice así:
La Comisión Ejecutiva de Coordinación Democrática confirmó que el 4 de septiembre se celebrará en Madrid una "cumbre" de toda la oposición democrática. Al mismo tiempo, Coordinación convocaba un pleno extraordinario para el día 3, con objeto de ultimar su postura de cara al citado encuentro del sábado. Frente a los intermitenes rumores de crisis e incluso de demolición del organismo unitario, dirigentes de dos partidos de CD -Movimiento Comunista e Izquierda Democrática- analizan desde dentro las posiblidades de pervivencia de Coordinación y la misión que la actual realidad española parece haberle encomendado.
Finalmente, tal y como aparece en la entrada sobre Coordinación Democrática de la Wikipedia, la plataforma desapareció en octubre de 1976. Es decir, se rompió.
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